Capítulo 14.

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(El fin de algo)

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(El fin de algo)

17 años antes.

El incidente Jennifer había salido mal, Ben estaba muerto y Klaus al igual que Adeline no mantenían un control en ellos, Klaus había encontrado un refugio en las adicciones, mientras Adeline sanaba su propio dolor asesinando gente.

Adeline veía la sangre ensuciar el piso de la persona que había asesinado, continuaba sin sentir nada y lo único que ella quería era una respuesta para revivir a su novio, pero todas se lo ocultaban, eran unas brujas traicioneras, eran de su linaje, no de su padre. Escucho patrullas de policía en la parte delantera mientras escuchaba al grupo entrar apuntándola y pidiendo que levantara sus manos al aire, Adeline lo hizo con una sonrisa en su rostro para mover su mano un poco intentando asesinar a todos, pero vio a Reginald que la veía con asombro y decepción.

—Número ocho—hablo viendo los cuerpos para verla nuevamente. —Necesito que me acompañes a casa.

—Esa ya no es mi casa—le dijo con enojo—, ya no lo es desde que Ben murió.

—Bajen sus armas—ordeno a los policías que lo hacían. —Yo me encargo de ella.

Adeline veía a los sujetos salir para ella bajar las manos sintiendo su mundo derrumbarse, pero sin dejar que Reginald la viera de esa forma, aunque ella era la más cercana al hombre, odiaba sentirse vulnerable.

—Te enviare a Alemania—le anuncio viendo como ella lo veía de inmediato sin comprender—, encontrarás toda la ayuda que te pueden ofrecer para tu rehabilitación, mientras continuas y te forjas como una exitosa médico—dio un paso para estar frente a ella.

—¿Y los demás? —pregunto dejando salir sus lagrimas. —No puedo dejar a Klaus, Vanya y Diego—le dijo viendo a los ojos azules de Reginald.

—Tus hermanos solo sabrán que acudiste a una misión en Alemania, será muy peligroso que acudan contigo—le aviso y ella asintió sin opción. —Saldrás esta misma noche.

—¿Qué? —pregunto caminando hasta quedar frente a él. —No puedo irme sin despedirme, son mis hermanos.

—Y corren un gran riesgo al estar cerca de ti, estás atrayendo demasiados enemigos con estas muertes innecesarias.

—No son innecesarias, nada de esto habría ocurrido si tu no hubieras enviado a Ben conmigo—le dijo molesta.

—Eres mi hija y debes seguir esa orden—le grito y ella retrocedió con miedo. —¡Fue su culpa por fallar en la misión! 

—¡No fallamos, tu lo hiciste para que falláramos! —grito de vuelta y su padre negó. —Por tu culpa y la de Luther, Ben esta muerto.

—¿Cuanto recuerdas del incidente? —pregunto cerca de su rostro.

—Lo suficiente—susurro retandolo.

—Eso creía—chasqueo sus dedos para ver a dos sujetos tomar a Adeline. —Pronto solo quedarás con lo indispensable, pero tranquila número ocho, te aseguro que no dolerá.

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