Secretos no tan ocultos || 34

18 6 33
                                    

Maratón 1/3

Katya Petrova

La música resonaba por el lugar, al ser un espacio algo cerrado la melodía no escapaba del lugar. A todo volumen en las bocinas de el spa sonaba Girls Just Want to Have Fun de Cyndi Lauper.

El frío de mi piel me recordó la mascarilla de aguacate que tenía en la cara, mis manos estaban estiradas a un lado siendo pintadas por una manicurista con precisión y delicadeza.

Mis ojos yacían cerrados por el par de rodajas de pepino en ellos, la sensación de frescura recorría todo mi cuerpo, causando que mi comisura se elevara.

Los dedos de la masajista en mi cuero cabello era exquisitamente relajante, tanto así que durante unos minutos caí en un corto pero, cómodo sueño.

A mí lado, Dáire tarareaba la canción en voz baja en un idioma que me hizo carcajear con diversión.

— ¿Qué te causa tanta diversión? — el tono inconfundible de reproche en la voz de mi amigo llegó a mis oídos, avivando mi sonrisa burlona.

— Escucharte cantar es magnífico. Parece que en vez de entonar las letras de una canción estás invocando cualquier ser maligno al ambiente. — respondí con una corriente subyacente de sarcasmo.

El golpe en mi hombro no me tomó por sorpresa, la risa en mi pecho salió de manera rápida.

Nos mantuvimos en silencio unos minutos más, mientras nos retiraban las mascarillas de los rostros junto a las rodajas del vegetal.

Le eché un rápido vistazo a Dáire, prestando atención de manera breve a su piel blanca que a simple vista se veía hidratada y tersa, sus ojos verdes me regalaron una mirada de desaprobación, acompañada de una sonrisa sarcástica.

— Te ves peor que antes. — informó, a lo que yo rodé los ojos al cielo.

— Eso debería decirte yo.

— Mientes. Me quedó mejor el tratamiento que a tí. — replicó. Una mueca se alojó en mi rostro, sin poder encontrar una respuesta lógica ante su afirmación.

Dirigí mis ojos al espejo en frente de ambos, la obviedad del asunto me hacía irritar.

La misma mascarilla facial.

El mismo masaje en los hombros.

Las mismas cremas hidratantes.

La misma agua.

La misma cantidad de producto.

Y aún así el se veía más resplandeciente que yo.

— Te detesto. — murmuré mirándolo, era claro el tono de broma en mi voz pero, como buena Petrova sabía nunca bajar la cabeza ante una derrota.

Una patética derrota, sí, pero finalmente una.

Dramática. — resopló, haciendo una mueca con su nariz.

El apodo me tomó por sorpresa, el sabor amargo se alojó de manera veloz en mi estómago. Un breve recuerdo me hizo ponerme aún peor de mal humor junto a un par de ojos del mismo color que los de las gemelas.

Ivan.

Dáire se echó a reír ante mi reacción, cruzándose de brazos con diversión.

— ¿Qué? ¿De quién te acordaste?

Bufé.

— De nadie. Deja de ser tan pesado. — exclamé de manera irritada.

La carcajada de él castaño no tardó en hacerse presente.

KUZNETSOV  [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora