Revelaciones no tan sorpresivas || 35

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Casey Richard.

Me crucé de brazos, golpeando el lápiz contra el libro que tenía entre mis manos. No entiendo nada.

¿Por qué las matemáticas eran tan confusas?

Resople, moviendo un mechón de mi cabello detrás de mí oreja, releyendo el párrafo que ni había entendido.

Bla, bla, bla. Eso es lo único que entiendo. Pasé una página, luego esa se volvió dos, tres, cuatro, cinco, hasta que sin darme cuenta pasé todas las páginas del libro.

Lo lancé a un lado en la mesa con irritación. Solo veo tinta y letras. No tiene sentido.

De un sentón me acomodé en la silla de madera, recibiendo varias miradas cargadas de desaprobación por parte de los estudiantes que estudiaban o al menos hacían el intento.

Junté mis manos y en voz baja murmuré una disculpa, suspirando pesadamente.

Detesto las matemáticas, ¿Quién fué la persona que pensó que sería buena idea agregar números en las tareas cotidianas? Absurdo e innecesario, si me pidieran mi sincera y humilde opinión.

— Deja de hacer muecas. — la voz monótona de Cassandra me hizo dar un salto, me había olvidado que seguía allí —. Vas a crear de manera prematura líneas de expresión. — agregó en un tono bajo, pasando la página de su libro.

Recosté mi rostro entre mis manos, mordiendo mi lengua, me detuve al sentir el sabor metálico de la misma con algo de frustración.

— ¡Me frustra no entender absolutamente nada! — masculle.

Sus ojos se detuvieron en mi de manera breve, no tardaron mucho hasta regresar a la página que leía.

El silencio se extendió en la biblioteca como sucedía cada vez que venía, un silencio tranquilo y cómodo pero, que en este momento solo me causaba molestia.

— ¿Qué es lo que se te dificulta? — la voz de mi hermana llegó a mis oídos luego de unos minutos, la analicé durante unos segundos, algo confundida. Ella rodó los ojos, con fastidio. —. Te estoy preguntando que mierda no entiendes, Cassedy.

Entre abrí la boca, comprendiendo a qué se refería. Pestañee varias veces, fue así hasta que tomé conciencia y busqué de manera veloz mi libro.

— Esta parte. — señalé con mi lápiz el párrafo. —. No le veo sentido. Es tan confuso...

Un corto asentimiento recibí de su parte, un pequeño y bajo suspiro escapó de sus labios hasta que comenzó a explicarme.

— Verás, no es tan complicado como parece, si entiendes la fórmula del problema será fácil. — me enseñó su libreta—. Solo debes de mantener el orden de los factores, estar al tanto de los números y hacer lo de siempre. Lo único que cambia es la forma en la que se muestran los signos.

Fruncí el ceño, devolviendo mis ojos a el libro, releyendo.

— ¿Me estás tratando de decir que lo único que cambia son los signos? — asintió —. Dios, me lo hubieras dicho antes.

— No me preguntaste.

Pasé una mano por mi cara, soltando un resoplido, agarré mi lápiz y comencé a escribir un par de cosas en mi libreta. Entonces, ¿Así de fácil era esta ecuación?

Mordí mi lengua por segunda vez en el día, centrándome en las palabras del libro, tratando de que al menos una que otra linea se quedara grabada en mi mente.

Una persona se hizo presente en el lugar, ¿Cómo lo supe?, su cuerpo descansaba detrás de mí silla. Miré a Cassandra la cual lo hacía también pero, a mis espaldas.

KUZNETSOV  [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora