Capítulo VI
Peter no la deja de observar “Más que una condición es un favor”
Y así como todo empezó sus labios se encuentran. Los de él firmes, como quien sabe lo que hace. Los de ella por otro lado no responden hasta que él casi la obliga, luego son cautelosos. Peter es peligroso, y es lo desconocido. Robin siente como si estuviera caminando por un hielo que se va a romper, obligándola a ahogarse. No se quiere ahogar. Peter es el agua, el hielo y ella es el calor que lo derrito.
Ella lo empuja, él sonríe. La chica toma sus cosas, ya olvidadas en el suelo y se va. “Te llamaré” lo escucha ella antes de que la puerta se cierre.
¿En qué diablos te metiste?
Probablemente Olivia estaba analizando mucho la situación que Robin había creado, pero ella no podía evitar recordar cuando recién había llegado a la academia y cuanto tuvo que fingir.
Tampoco podía evitar pensar en cuando era una niña, cuando conoció a Peter la primera vez.
Si Liv quiere ser honesta, conocerlo no fue tan malo, lucia simpático, lindo. Liv estaba confundida y era joven e ingenua y en su mundo las cosas malas no pasaban. Ella necesitaba a alguien y Peter había estado ahí. Dispuesto.
Ella sabe lo que se siente, el querer ser agradada. El sólo agradarle a Peter había sido maravilloso. Habían sido meses después en los que ella había descubierto que todo era un acto, un engaño y que era muy tarde. Un error.
Liv lo había olvidado, su risa, sus chistes, sus abrazos, todo su ser. Había borrado esos años de su vida. Había cambiado, se volvió más dura, no volvería a caer en trampas. Conoció a sus amigos, a su ex y a Alphonse. Todos la apoyaban y la aceptaban como era.
De acuerdo, Olivia está pensando mucho y la música no es lo suficientemente fuerte para callar esa vocecita interna que le dice y le advierte lo que va a pasar. Pero no, Liv no va a dejar que eso pase. No de nuevo.
La puerta se abre, Robin entra. Sólo le toma una mirada a Liv para saber lo que ha ocurrido. Sí, Liv ha estado ahí. Sabe lo que se siente.
Robin decide ignorarla y tirarse en la cama. Al parecer quiere hablarle de lo ocurrido y eso está bien. Liv entiende. El espacio es esencial.
La chica de cabello negro saca su laptop y comienza a escribir furiosamente. El ruido de los dedos contra las teclas se cuela entre su música y la desconcentra.
El volumen vuelve a subir hasta que Liv siente que le duele el cerebro y así se queda dormida. Intentando no pensar en los ojos azules de Peter, pero haciéndolo de cualquier manera.
Ya es entrado de noche, algo así como las dos cuando alguien golpea insistentemente en la puerta. Es extraño, nadie debería estar despierto mañana es la primera clase y no hay gente tan tonta como para estar deambulando los pasillos.
Liv mira hacia la cama de Robin, la chica también despierta por los golpes. Ella está mirando a la puerta como si fuera un extraño animal mitológico. Liv se intenta parar.
“¿Qué haces tú acá?”
“Shh, no abras” susurra R con un dedo en la boca para indicar silencio.
“¿Qué ocurre si es Alphonse, o Lisandru o no sé un duende ofreciendo oro?”
Robin la mira como si estuviera loca y Liv se encoge de hombros. Liv se para de la cama, R mirándola con atención. Se ve como si la chica estuviera debatiéndose entre detenerla o no.
No lo hace, la mira desde la cama y su estómago se vuelve intranquilo cuando ve quien está en la puerta.
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La academia
Genç KurguTodo empezó cuando Robin ganó una beca a una prestigiosa escuela de artes en Nueva York. Después todo se salió de control. Una chica apenas entrando al mundo frió y calculador de los adultos debe luchar por estudiar lo que la apasiona y por evitar a...