Capítulo III:
“¿Un trato?” Cuestionó la chica sin entender que era lo que Peter buscaba exactamente.
“Sí” Con una sonrisa en sus labios, Peter, se acercó donde R se encontraba. Ni tan cerca como para asustarla, ni tan distante como a ella le hubiese gustado “Te devolveré las llaves, solamente, si me dices tu nombre”
Robin alzó una ceja extrañada, no muy confiada acerca de que responder. Las advertencias de Liv y Alphonse aún estaban en su cabeza pero Peter no parecía tan peligroso como afirmaban, sólo era otro de los típicos chicos líderes y populares que se encuentran en todas las escuelas y Robin ya tenía practicamente un doctorado soportándolos.
“Me llamo, Robin”
“Lindo, definitivamente mejor que chica nueva” Peter procedió a devolverle las llaves pero al tiempo que Robin las estaba por tener en su poder, se detuvo en seco “Algo más, hay una fiesta en el gimnasio esta noche, espero verte ahi”
Las llaves estaban en la palma de sus manos y el chico frente a ella sonreía seductoramente.
“Usa algo lindo”
“Emmm” Robin, nuevamente, no estaba segura que responder “Gracia-”
“Peter” la interrumpió “Nos vemos” Y sin nada más que agregar, se retiró.
Se dezplomó sobre su cama dejando que sus negros cabellos cubriesen el blanco covertor de la cama.
No hay ninguna posibilidad de que vaya. Robin no tenía ningún interes en pasar la velada del viernes junto a 'Adultos jóvenes' alcoholizados y adictos al sexo, prefería avanzar en la tarea de literatura.
Sonrió para si misma, su mamá tenía razon, Robín se sentía cómoda aquí.
Debido al bullying, toda su vida de estudiante la había pasado de colegio en colegio y jamás había sentido algún sentimiento de pertenencía. Siempre era la misma historia y a estas alturas de su vida, le eran casi graciosos todos los insultos que tuvo que soportar. Fea, rara, friky, fenómeno, gorda, flaca, chica, alta, mutación, loca, hasta lesbiana. Robin podría escribir un libro de mil páginas con todas las cosas que soportó. Pero no se quejaba, a lo menos no hoy. Puede que esas heridas nunca dejaran de doler, pero eso la había obligado a esforzarse más y fortalecer su personalidad ¿Quien habría creído que terminaría en la escuela de sus sueños? Nadie, ni siquiera ella para serse honesta. La única cosa que jamás le había fallado a Robin, y la había acompañado y consolado en las buenas y en las malas eran sus adorados libros.
Las páginas cargadas de aventuras habían sido sus salvadoras, alejándola de sus problemas.
Robin largó una pequeña risa ¿Agradeciendole a los libros? Vaya, en verdad era rara.
Cerró sus ojos dejando que los pensamientos vagaran por su mente.
“Hey” llamó la familiar voz “¿Estas durmiendo?”
La chica se levantó dedicandole una simpática mirada a Alphonse
“Si, estoy completamente dormida”Alphonse rodó los ojos divertido “En todo caso ¿Que estas haciendo aquí? Se supone que los hombres no deben entrar a la pieza de las muejeres”
Ambos soltaron unas suaves risas. Esa era una de las reglas que nadie tomaba en cuenta del lugar, y eso es decir mucho, era fácil colarse a las piezas, y mientras te libraras de la inspectora del lugar no había problemas.
“Vine por mi cuaderno, lo he olvidé aquí ayer cuando Liv me pidió ayuda para el guión de cine y debo continuarlo”
Robín asintió.
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La academia
Fiksi RemajaTodo empezó cuando Robin ganó una beca a una prestigiosa escuela de artes en Nueva York. Después todo se salió de control. Una chica apenas entrando al mundo frió y calculador de los adultos debe luchar por estudiar lo que la apasiona y por evitar a...