Capítulo 52: Finge todo lo que quieras...

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Joseph se levantó de golpe, estaba terriblemente sofocado, dando respiraciones pesadas por momentos hasta que, de forma gradual, fueron disminuyendo. Al observar por el cuarto, se dio cuenta de que estaba en su recámara de la mansión, su cabeza le dolía bastante, en cuanto se levantó de la cama, pudo sentir como un gran peso se le venía encima, tambaleándose un poco. Al salir de la habitación, bajó las escaleras para encontrarse con el profesor Yannes.

 Al salir de la habitación, bajó las escaleras para encontrarse con el profesor Yannes

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—Vaya... ya te levantaste, ¿Te sientes mejor?

Joseph se llevó la mano a la nuca.

—Sí, bueno, más o menos... todavía me duele la cabeza... ¿Y los chicos?

El profesor, que se encontraba bebiendo un café mientras leía el periódico en un sillón, le contestó.

—En clase. Cáliban me dijo que recibiste una herida en la cabeza ayer mientras intentaban limpiar un piso... me pidió permiso para dejarte descansar, si aún sientes ese dolor, deberías ir al hospital...

—Entiendo...

«Supongo que tendré que esperar por hoy...»—pensó mientras daba un largo suspiro

Por otro lado, Cáliban y Reinhard se encontraban estudiando hechizos en silencio, la profesora Sill les había dado unas clases libres a sus estudiantes, permitiéndoles estudiar para el examen que tenían la próxima semana.

—¿Cuál es la diferencia entre un conjuro y un hechizo? Mierda, no lo sé... ¿Tú lo sabes? —pregunto en susurros mientras volteaba a ver a su compañero

—El conjuro necesita preparaciones para que pueda ser llevado a cabo, como materiales, circunstancias, elementos, entre otras cosas; mientras que los hechizos solo necesitan cánticos y el Maná del hechicero en cuestión —susurro sin dejar de leer su libro

—¿Conjuro? Pensé que era las palabras que se juntaban al usar diferentes runas en un equipo

—Eso es un encantamiento...

—Ah... todo esto es muy confuso... y es más difícil aún, cuando la profesora no está aquí

—Supongo...

Cáliban miró por encima de su libro, en el escritorio de la profesora Sill se encontraba una pequeña mariposa espectral que los vigilaba durante clases. Meses atrás, la profesora había anunciado que no se sentía en condiciones para dar clases, por lo que, todos los días que le tocaba impartir, mandaba una pequeña mariposa con instrucciones para sus estudiantes. La curiosidad lo invadía, ¿Qué clase de heridas tendría una profesora como para ausentarse cuatro meses?, esa pregunta rondaba su cabeza todos los días que venía a su clase. De pronto, el reloj comenzó a sonar en toda la sala, la mariposa anunció con una voz parecida a la de la profesora.

—¡Bueno, eso es todo! Suerte a todos para el día del examen, no olviden llegar puntuales —la mariposa desapareció en un pequeño destello rosa

El Camino del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora