Capítulo 66: Ecos del pasado

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Cáliban caminaba entre la oscuridad, buscando una luz mientras lo rodeaba un inmenso lago de agua negra, sin importar a donde mirar solo había una oscuridad absoluta que le despertaba un sentimiento de inquietud, aun así, camino en alguna dirección, buscando alguna respuesta, entre todo, una risa malévola se alzó sobre la nada, Cáliban reconocía la voz.

—¡Muéstrate! —grito a la nada

Pero la risa cesó tan pronto como pronunció palabra alguna, de pronto, toda la oscuridad se extendió para dar pie a un recuerdo, una feroz y sangrienta guerra que ocurrió en alguna parte de sus vidas.

—Esta guerra... —susurro Cáliban, tratando de recordar alguna referencia hacia tal escena

Mientras caminaba, parecía ser inmutable ante los acontecimientos, nadie notaba su presencia, guerreros de armadura negra cargaban contra caballeros plateados, el sonido de la carne siendo cortada, los gritos y rugidos inundaban el área, el campo se extendía por encima de la colina, donde se alzaba una bandera blanca portando el símbolo de un dragón. Cáliban camino cuesta arriba, desde su interior, una carga comenzó a surgir en su pecho, una presión que aplastaba sus latidos mientras más se acercaba, ahí lo vio, destellos de una batalla recién terminada. Un hombre con espada rota en mano, postrado sobre el suelo mientras otro caballero resplandeciente lo apuntaba con su espada.

—Al final, no eres más que un hereje... —desde la espalda del caballero ornamentado, respondió una mujer con aspecto santo, portando un traje ceremonial blanco, en su mirada podía verse reflejado un gigante desprecio por el hombre —tu y esa maldita bruja... deberían haber desaparecido antes...

Entre los brazos del hombre derrotado, abrazaba el cuerpo sin vida de una hermosa mujer de cabello negro, en su rostro, podía verse su maquillaje negro, escurrido por las lagrimas y la amargura. El hombre sollozaba en voz baja, lamentando la muerte de la mujer que amaba. De entre la oscuridad, una figura demoníaca se acercó a las espaldas de Cáliban.

—Lo recuerdas, ¿Cierto? —le susurro al oído —si mal no recuerdo, esto es Nulice, el mundo donde reencarnaste una vez...

Karrigan miró con lástima al hombre, una de las vidas que desempeñó Cáliban alguna vez.

—Ah... tú solo querías vivir en paz con ella, pero ¿Qué hizo el mundo?... te obligo a luchar, aun cuando ya estabas cansado...

La mujer alzó la mano sobre el caballero de armadura brillante.

—¡Mátalo, termina con el demonio y trae la paz para esta tierra! —le ordenó, alzando su estandarte

El héroe alzó su espada para cortarle la cabeza, Karrigan lo observó con una sonrisa de éxtasis.

—Aun recuerdo lo que hiciste esa vez...

El hombre recibió un tajo directo a su cuello, pero para la sorpresa de todos los presentes, este no pudo cortarle el cuello. Un aura negra comenzó a desprenderse del cuerpo del hombre, consumiendo todo a su paso, liberando todo su potencial oculto, potencial que le juró a su maestro no sacar mientras tuviera vida mortal. La ira y el rencor que eran palpables en su rostro se adueñaron del hombre, explotando en un vórtice de furia que consumió el mundo, los cielos se agrietaron, los mares rugieron como bestias hambrientas, la tierra tembló como si fuera a partirse en dos, todos los soldados eran presas del terror, el mundo estaba siendo destruido por la mera presencia del poder de Avalon, acabo destruyéndolo todo, el planeta se convirtió en polvo estelar que floto en el espacio, como los cientos de estrellas que adornan el firmamento.

—Tu solo querías vivir en paz, solo querías tener una familia y sentir el flujo mortal correr por tu cuerpo, saber que tenías un final, que tu tormento terminaría... —dijo Karrigan, quien estaba tratando de llegar a Cáliban con sus palabras—y al final... tampoco pudiste escapar de tu naturaleza, ¿Qué te hace creer que esta vez será diferente?

El Camino del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora