Capítulo 8.-

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Estaba terminando mis clases cuando recibí una llamada, al tomar mi celular me percate de que era un número desconocido, por mi mente pasaron un montón de cosas y entre ellas estaba la posibilidad de que sea Edgar y al no agradarme mucho la idea de hablar con el decidí no responder.

De camino a casa compré algunas víveres y un biscocho para comer con mamá, pues tal vez ella no se acordaba, pero, era su cumpleaños y rogaba por qué al menos por hoy estuviera en casa para poderle festejar.

Cuando estaba cerca noto que de mi casa salen paramédicos con un cuerpo en una camilla, sentí que la sangre se me helo y de mis ojos casi de manera inmediata comenzaron a salir lágrimas, Dios que no sea mi madre, pensé mientras me acercaba rápidamente, quería pensar que había posibilidad de que no sea ella, pero, solo me estaba engañando a mi misma.

-Querida, te estaba llamando, lo siento mucho. -la señora Green que estaba junto a sus dos hijos presenciando lo que pasaba tomo mi muñeca con delicadeza para que no valla hacia el cuerpo sin vida de mi madre, aún que no podía evitarlo. -Te hará más daño verla.

Ni siquiera la escuché, estaba apartada de todo, solo pude intentar acercarme a mi madre, pero, los paramédicos intentaron impedirlo.

-Es mi mamá, es mi mamá, déjenme verla, que le paso a mi mamá?! -Exigía respuestas mientras sentía que me empezaba a faltar el aire solo quería gritar. -Por favor, déjenme verla, por favor.

Pareció que se comparecieron de mi por qué pararon su caminata y dejaron que la vea, estaba palida, demasiado pálida, toque su mejilla mientras sollozaba.

-Mami, no me dejes sola por favor, no podré sin ti, no me dejes sola.. -Queria abrazarla, cosa que nunca me permití hacer y ahora no me permiten hacer. -Mamá, despierta...

Sentí como me tomaron de los brazos con cuidado a lo que yo negué, no quería que me separen de ella, no ahora, no hoy, nunca, era mi vida entera y lo unico que tenia.

-No, no, no... -repetía mientras me giraba hacia quien me sujetaba, encontrándome con la señora Green, quien trataba de consolarme. -No deje que se la lleven, es su cumpleaños, compré su tarta favorita, dígales que no se la lleven... -pedí abrazándome a ella mientras sollozaba. -

Y si, quien diría que ha tan temprana edad estaría alistándome para el funeral de mi madre, me ví al espejo encontrándome con una versión marchita de mi misma, tenía ojeras rojas de tanto llorar al igual que mi nariz y mejillas, ate mi largo cabello negro el cual se perdía en el vestido que llevaba del mismo color, era de mi madre, uno de sus favoritos, la quería tener conmigo siempre y ahora está era la única manera de hacerlo.

-Ya estás lista? -escucho la voz de mi padre después de tocar la puerta y entrar a lo cual yo niego.-

-No creo poder.. -Mi voz sale casi inaudible mientras sollozo, me dolía la cabeza de tanto llorar, solo siento a mi padre abrazandome.-

-Si podrás... -Menciona intentando darme animos antes de tomar mi mano para que nos vallamos, ya que al parecer ya era algo tarde.-

Ya estando allí no miro a nadie ni a nada más que a él ataúd de mi madre, puedo sentir las miradas fijas en mi, sobre todo esa que conocía tan bien, pero, que queria evadir y a mi mamá no le gustaba que estuviera cerca de esa familia, así que ahora respetaré su pedido y me alejaré lo mas que pueda de ellos...

𝐀𝐮𝐫𝐨𝐫𝐚- 𝙰𝚝𝚛𝚊𝚙𝚊𝚍𝚊 𝙿𝚘𝚛 𝙻𝚘 𝙳𝚎𝚜𝚌𝚘𝚗𝚘𝚌𝚒𝚍𝚘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora