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Habían llegado al lugar al cual Adán le quería enseñar y era el final del Edén, las puertas para ser más exactos, el lugar donde los Ángeles guardianes del Edén resguardaban la sagrada entrada al Jardín que Dios había hecho para ellos dos, Adán mostraba una mirada de confusión pero a la vez de sorpresa, pues con esto lo confirmaba estaba en el pasado, no podía y ni quería creerlo, frente a él imponentes puertas de oro se cernían con gran imponencia mostrando que el Edén se encontraba protegido por el creador de todo, fue ahí que una sonrisa quebrada se plasmó en Adán y una lagrima salió de su ojo, había vuelto, pero ¿con que propósito?

Su Padre siempre les daba un propósito a todas sus creaciones y él no fue la excepción pero él ya había cumplido con ese propósito, acaso es que aún tenía algo que hacer, acaso su Padre le estaba colocando una prueba, la prefiere no saberlo, ama a su Padre, pero él ya estaba cansando de todo y que Samael le diera un fin a la vida tan rota que llevaba fue un alivio, pero su Padre parecía que aún no lo desamparaba, solamente esperaba que sea lo que sea que su Padre le tenga preparado él lo aguantara con todo gusto, él es Adán Edén el primer hombre el Padre de la humanidad y él ya sabía cuál era el camino a seguir.

Observando la confusión plasmada en el rostro de Lilith, pudo ver en ella aun la inocencia y pureza con la cual siempre soñaba y rememoraba con tanta pasión, la Lilith que veía no era la que lo veía con desinterés o asco, no esta era la Lilith que él amaba la primera mujer, pero ahí radicaba su principal problema, él era Adán pero no el Adán que ella siempre tenia a la par, él era un Adán diferente, un Adán que ya vivió más de una vida y ahora se pone frente a una mujer que ni siquiera sabe que es consumar el acto carnal, con delicadeza tomo una vez más la mano de Lilith llamando la atención de la mujer.

- ¿pasa algo cariño? – cuestiono Lilith con una preocupada mirada

- no . . . No pasa nada Lily, solo vamos a casa, solo . . . Quiero estar contigo . . . Nada más – respondió Adán observando en los bellos ojos de Lilith su preocupación hacia el – vamos a casa

- está bien, pero ¿me dirás porque tienes esas cosas sobre tu cuerpo y porque tienes alas? – pregunto una vez más la primera mujer

- te lo contare, pero vamos a casa, solo quiero estar a tu lado – Adán le decía a su esposa que solo asintió

Tomando una bocanada de aire, lo soltó todo para así extender sus doradas alas, las cuales pudo estirar de manera adecuada sin que algún dolor le consumiera, eso fue relajante para el primer hombre que extendió sus brazos hacia Lilith quien entendiendo fue hacia el abrazándolo con fuerza, así usando sus alas emprendió el vuelo para ir a donde era su pequeño y modesto hogar.

En el Cielo la primera mujer se encontraba sumamente emocionada por estar en cierto sentido volando por los aires gracias a su esposo, por otro lado Adán no dejaba de pensar en su situación, esta era una oportunidad, pero también un reto, él ya sabía lo que pasaría él ya era conocedor de los eventos futuros, por lo que esta vez tenía la oportunidad de proteger a Lilith de Samael, tenía la oportunidad de cambiar aquellas calumnias hacia él y hacia Dios, debía de tratar de inculcarle a Lilith lo que él ya sabe, él nunca comió de la manzana, el nunca consumió del fruto prohibido, pero a pesar de eso él tenía el libre albedrio, por qué ya hace mucho tiempo atrás, en una de sus tantas conversaciones con su Padre, él le pregunto acerca de ello y su Padre le dio una respuesta que no espero oír "Ya habéis nacido con la capacidad de decidir, el fruto solo les muestra el bien y el mal, pero la decisión radica en uno mismo", y ahora así lo quería, quería que Lilith no cayera en la tentación de Samael, esta vez el seria el ganador, esta vez él no era un ignorante, esta vez él era un hombre hecho y derecho y por sobre todo él era Adán

Volviendo al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora