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Los años habían sido de prosperidad para el Jardín del Edén donde alguna vez fue su hogar ahora era el de sus hijos y esta vez él podía protegerlos como debía de haberlo hecho en su primera vida, las enseñanzas que él les brindaba junto a Sera marcaban un antes y un después en sus vidas, pero claro que donde hay luz debe de haber oscuridad y por fin después de muchos siglos cuando el Edén ya no era solo habitado por sus hijos sino que también por sus nietos fue ahí que todo cambio, uno de sus nietos o más bien uno de los tantos que tenía gracias a que sus hijos procrearon a sus propios hijos y sus hijos a sus hijos y así siguió por varios siglos.

Siendo justamente uno de los descendientes de Abel quien miraba el fruto prohibido con cierto anhelo y curiosidad él era el único de sus tantos familiares que hizo caso a los susurros de Roo y hablando de ella no podía estar más contenta al respecto, ella sabía que tarde o temprano alguien la escucharía y que la duda seria plantada en su ser, y que mejor que uno de los descendientes de Abel el segundo hijo de su amigo Adán, el nombre del joven era Shiryu y este poco a poco fue ganando la idea de probar el fruto, estaba encantada y sabía que Adán podía intervenir o bien las Ángeles que habían sido hechas para proteger al Edén pero ella mejor que nadie sabía que cuando un alma se hace dueña de su propio destino logra cosas que ninguna otra podrá.

Su emoción no solo se quedó ahí, sino que también pudo ver que Shiryu había convencido a su pareja de ir con él a probar el fruto del conocimiento, faltaba poco para que ellos dos cayeran a la tentación, Shiryu ya había convencido a su pareja Maffer de ir con él, pero aun que ambos estaban decididos aún estaba la incertidumbre de hacerlo, pero solo necesitaba tener paciencia.

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Adán que estaba en el Reino de los Cielos se encontraba reposando después de casi un milenio había logrado tener un poco de paz después de sus tareas tanto en el Cielo como en el Edén se le había concedido tener unas merecidas vacaciones unas en las que, aunque disfrutaba había un detalle que le estaba comenzando a hartar.

- Adán sigue hacia abajo en mi espalda baja – dijo Serafiel con un tono completamente relajado

El primer hombre y Ángel del Edén se encontraba dándole un masaje completo a la Serafín mayor que, aunque ambos no lo admitieran en voz alta estaban unidos como conyugues ante los ojos de Dios su Padre Celestial y por supuesto los Arcángeles como Serafines y los altos ancianos habían dado el visto bueno y ahora ambos eran Marido y Mujer.

Aunque Adán fue el que abrió la boca para técnicamente proponer a Sera como su esposa no es que le importara, a decir verdad, pero por el amor a su Padre, Sera en estas vacaciones no había dejado de darle o más bien pedirle que la atendiera de la forma más adecuada que el pudiera hacia su Mujer, claro que acepto a primeras instancias ya que pensó que sería algo trivial y que después sería mínimo, pero no espero a que la muy perra se aprovechara de su amabilidad.

Ahora que veía el cuerpo de Sera se percató de algo muy pero muy importante y eso fue que lo único que ella portaba era nada más que una toalla y su espalda estaba al descubierto ya que podía ver de forma casi directa sus atributos delanteros y si era sincero esa vista era una de las más agradables que podía tener.

Volviendo al PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora