Diez

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Ahora con un trío de mocosos a bordo del Oro Jackson el ambiente nunca estaba aburrido; había ocasiones en las que la aventura se veía interrumpida por las travesuras de los muchachos.

En fin, si prestamos atención al presente, nuestra querida tripulación acaba de salir victoriosa de una pelea, como recompensa recibieron oro, joyas y muchas otras cosas que se les fueron dadas por sus actos; por cierto, Ace venció a su primer marine él solito, así que también estaban celebrando aquello.

Sin embargo, tres días después, Roger recibió una llamada a su Den-den mushi privado, no tenía idea de quién o cómo haya conseguido su número, así que solo contestó despreocupado.

–Hola, habla Roger, ¿dónde mierda encontraste este número?–

–Tú me lo diste, imbécil.

Oh, esa voz la conocía, era la de Monkey D. Dragon, su hermano menor.
Muy pocas veces este tipo lo contactaba, debido a la profesión de cada uno, pero Roger tenía muy en claro que sí Dragon lo había llamado él mismo debía de ser algo grave.

–Ah, Dragon, ¿cómo estás, hermano?

–Roy, mándame tu ubicación,
debo de hablar contigo.

–Vaya, aún así que te saludo y toda la cosa... ¿qué pasó ahora?

El Den-den mushi reflejaba la expresión de Dragon, y Roger, como la estaba viendo, se percató de que había preocupación en la imitación del caracol. Sus sospechas fueron confirmandas al ver que el caracolito sollozaba.

–Tengo un problema, hice algo
y ahora necesito tu ayuda...

La expresión de Roger se hizo dura al escuchar la súplica, fue rápidamente a la sala de navegación y tomó las coordenadas de la isla más cercana y se las dijo a su hermano.

–Oye, Lagarto, espero no hayas hecho nada especialmente estúpido...

La llamada terminó allí.

●●●

Deuce era un niño sensible.

Gaban recibió algunos consejos del cómo cuidar al pequeño, los había seguido bien según él, pero no sabía si podría llenar el vacío de un padre y de una madre al mismo tiempo. ¿Qué podía hacer? Tampoco tuvo a sus padres presentes, pero al menos ahora que era adulto sabía lo que probablemente él niño siempre iba a desear:

Amor.

El chico con pelo celeste solía tener pesadillas e iba corriendo desde la habitación que compartía con Ace y Sabo hasta el cuarto de Gaban para que éste lo consolara; en una noche en la que ésto se volvió a repetir, Gaban se sobresaltó al sentir cómo su hijo adoptivo saltaba a su cama y se acurrucaba entre sus brazos, completamente asustado. –Oye, oye, ¿qué pasa, amigo?–

El mayor prendió la lámpara de su mesa de noche y pudo ver mejor la cara de su hijo, tenía los ojos ligeramente rojos y su respiración estaba muy agitada. –T-tuve una pesadilla...–

Al escuchar esto, Gaban le ofreció una sonrisa, y cargó al chico para acunarlo y darle palabras de consuelo.

–Papá Gaban, ¿tu me quieres...?

El mencionado puso cara de ofendido, –¿qué clase de pregunta es esa? ¡Eres mi hijo, claro que te quiero!–. –¿Qué te hace pensar que no te amo un montón?

Te quiero, papá. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora