La Cita - Parte 2

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Karma, tejido invisible de la vida,
que en su danza lenta nos envuelve,
cosecha de acciones, siembra repetida,
justicia del tiempo que siempre devuelve.

En el eco del viento y el agua que fluye,
el karma se manifiesta sin temor,
en cada paso que damos, construye
el reflejo eterno de nuestro interior.

Es la rueda que gira sin detenerse,
trayendo a nosotros lo que dimos,
en cada acto, un destino que teje
el bordado infinito de lo que fuimos.

Y así, en la trama del ser y el hacer,
karma nos guía, nos mira, nos busca,
en el ciclo sagrado del amanecer,
donde el alma se halla y nunca se oculta.

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Ayumu nunca fue la chica mas extrovertida, ya de por si era raro verla rondar por el colegio, ella siempre tomaba clases privadas en su casa, rara vez yendo a la escuela, por lo general se debía a que los profesores se ausentaban y no había de otra.

Desde pequeña siempre tuvo una afición por las artes marciales, siendo esa la razón por la que se encontraba mucho más tiempo en el dojo que en la escuela. Esto era apoyado por sus padres, quienes tenían un dojo entre sus propiedades, ya que ellos dos tenían costumbres bastante tradicionales, siendo su madre una experta en el uso de la katana y su padre cinta negra en judo y poseyendo una medalla olímpica de este deporte.

La vida era buena para la pelinegra, sin embargo, sus hobbies le evitaron también tener muchos amigos, pues ella iba al dojo durante horas en las que nadie iba m, y solo se encargaba de inscribir a los recién ingresados.

También, su manera de vestir nunca fue del agrado de la gente, a diferencia de otras chicas, ella siempre prefería tener el pelo corto y ropa bastante holgada para ella, parecía estar intentando vestirse como un hombre. Esto le trajo bastantes problemas, los demás niños del dojo y de la escuela la molestaban llamándola marimacha o entre otros apodos que no le gustaban.

No fue sino hasta que un chico nuevo se inscribió y al ver la burla que le hacían se interpuso entre todos y la defendió a capa y espada. Aquel chico no le tembló la lengua al hablar por ella, incluso se atrevió a levantarles el puño si era necesario.

Aquel chico se llamaba Hiroki, y desde aquel día ambos se hicieron buenos amigos. Fueron creciendo y a medida que lo hacían unos sentimientos extraños crecían en Ayumu. El rubio fue el único amigo que ha tenido, y al ver como la trataba tan gentil y sincero cayó profundamente enamorada.

Just a Man (NTR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora