28 | a la luz del día

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La mañana llegó con un suave rayo de sol que se filtraba a través de las ventanas del auto. Hyunjin y Jeongin despertaron, aún envueltos en la calidez del momento compartido. Se miraron, y una sonrisa cómplice se dibujó en sus rostros. Era un instante perfecto, lleno de promesas y posibilidades.

Condujo hasta llegar al hotel donde jeongin se estaba quedando.

—¿Sabes? —dijo Hyunjin, rompiendo el silencio—, creo que deberíamos hablar.

Jeongin suspiró, sintiendo que el peso de la conversación se cernía sobre ellos. Sin embargo, asintió y bajó del auto. Antes de que pudiera alejarse, Hyunjin lo siguió, tomando su brazo con suavidad.

—Espera —dijo Hyunjin, su mirada suplicante—. Por favor.

Jeongin estaba a punto de responder cuando, de repente, una voz familiar resonó en el aire.

—¡Jeongin! —gritó Heeseung, acercándose con una expresión de preocupación—. ¿Dónde estuviste? Estuve preocupado toda la noche, desapareciste…

Jeongin sintió una punzada de nerviosismo y se volvió hacia Hyunjin, buscando una respuesta en sus ojos. —Lo siento, Heeseung… —murmuró, sin saber cómo explicarlo.

Heeseung lo miró fijamente, evaluando la situación. Jeongin se volvió hacia Hyunjin una vez más y dijo con un tono resignado—: Quizás después…

Hyunjin asintió lentamente, comprendiendo que el momento no era el adecuado. Se retiró con una expresión mezcla de tristeza y aceptación.

Al entrar en el hotel, Heeseung no tardó en bombardear a Jeongin con preguntas. —¿Qué pasó? ¿Dónde estuviste realmente?

Jeongin sintió cómo la confusión lo invadía nuevamente. —Hyunjin me buscó… y luego nos fuimos juntos —respondió, su voz temblando ligeramente al recordar la noche anterior.

Heeseung frunció el ceño, asimilando la información. —¿Y ahora qué? ¿Te vas a ir y dejarlo al aire?

Jeongin buscó las palabras correctas, pero todo parecía un laberinto en su mente. —No es tan fácil… —dijo finalmente.

—¿Qué sucedió? —preguntó Heeseung, su tono más suave ahora.

—Lo que no sucedió… —respondió Jeongin, sintiendo la presión en su pecho. Comenzó a contarle sobre su pasado, sobre las inseguridades que lo habían atormentado y cómo había estado huyendo de eso.

A medida que hablaba, las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Heeseung. —No puedes dejarlo… —dijo entre sollozos—. No puedes dejarlo ir así.

Jeongin sintió un nudo en la garganta. —No sé qué hacer… —confesó, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar.

Heeseung se secó las lágrimas y lo miró fijamente. —Esto es un salto de fe, Jeongin. Si lo amas, si sientes algo por él, deberías buscarlo. No puedes dejar que el miedo te detenga.

Las palabras de Heeseung resonaron en su mente como un eco. La idea de arriesgarse lo aterraba, pero también había algo liberador en ello. ¿Realmente quería dejar ir a Hyunjin sin intentarlo?

Jeongin sintió un torrente de emociones mientras contemplaba su futuro. La decisión que debía tomar no sería fácil, pero sabía que tenía que seguir su corazón.

—Tienes razón… —dijo finalmente—. Necesito hablar con él... Pero no sé cómo, no tengo su número y yo..

Con una nueva determinación brillando en sus ojos, Jeongin se levantó y se dirigió hacia la puerta. Heeseung lo miró con una mezcla de orgullo y preocupación.

Romeo y Jeongin | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora