Capítulo 11

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En la mesa de la sala de reuniones, descansaban casi todos los cristales recolectados. Sin embargo, faltaba uno: el único cristal que estaba en el espacio, capaz de manipular la gravedad a su antojo. Ante esta situación, Super Man y Mujer Maravilla habían decidido ir en su búsqueda.

- ¿La tormenta de arena les hizo eso, chicos?

Bromeó Flash al ver el desastroso estado de Bruce y Hal, ambos cubiertos de polvo y con las ropas rasgadas.

- Flash solo se burla porque en su misión, se estrelló contra una cueva al correr demasiado rápido y no darse cuenta

Delató Flecha Verde a su compañero.

- ¡Oye, dijiste que no dirías nada!

Protestó Flash, muy avergonzado.

- ¡Hahahaha!

Hal dejó el cristal que traía sobre la mesa y se acercó a Flash para unirse a las burlas.

Batman, por su parte, se sentó en una de las sillas y cerró los ojos con fuerza. Aún le dolía la herida que Hal le había hecho por accidente durante la misión. Pero no era solo el dolor físico lo que lo perturbaba; su mente estaba agitada, y las recientes interacciones con Clark no hacían más que avivar su malestar.

De repente, la compuerta de la sala se abrió, y Mujer Maravilla entró con el cristal, ahora sellado y seguro.

- Diana, qué bueno que volviste. ¿Y Super Man?

Preguntó Flecha Verde al notar la ausencia del kryptoniano.

- Bueno, el cristal tenía el poder de manipular la gravedad, por lo que los planetas fueron nuestros enemigos durante la misión. Tuvimos que desviar a muchos de ellos de su órbita para poder sellar el cristal. Clark está poniéndolos de vuelta en su lugar.

- Bueno, ¿podemos dar nuestro reporte mientras tanto? Quiero irme a casa

Dijo Flash, buscando apoyo en su amigo Hal.

- ¡Vámonos a casa!

Barry chocó los cinco con Hal, ambos riendo como si el día no hubiera sido uno de los más agotadores que habían tenido en mucho tiempo.

Cada grupo comenzó a dar sus reportes sobre las respectivas misiones para recuperar los cristales. Sin embargo, para cuando terminaron, Clark aún no había regresado. Decidieron dar por terminada la reunión y, uno por uno, se fueron a sus respectivos hogares, satisfechos.

Bruce regresó a la Mansión Wayne, donde una ducha caliente lo ayudó a relajar sus tensos y agotados músculos. Pero, aunque su cuerpo encontraba cierto alivio, su mente no podía encontrar descanso. Clark lo había ignorado olímpicamente durante toda la reunión, un comportamiento que le causaba más dolor del que estaba dispuesto a admitir. ¿Cómo podía Clark no haber pensado siquiera en disculparse? Y peor aún, ¿por qué Diana había elegido a Clark para acompañarla al espacio? Hal o John habrían sido opciones perfectas. Pero no, tenía que ser Súper Man, el mismo Clark que, con lo despistado que es, se pudo haber olvidado de tomar los supresores necesarios y...

- Tsk, me importa una mierda

Murmuró Bruce, apretando los dientes, decidido a no dejar que esos pensamientos lo dominaran.

Al terminar su ducha, se vistió con su traje de Batman, listo para salir a patrullar.

- Te estabas tardando, me cansaba de esperar

Le dijo Damian, su hijo, al verlo entrar en la Baticueva.

- Es hora de irnos, sube al auto.

Ambos subieron al Batimóvil y arrancó tan pronto cómo Bruce apretó un botón. Salió por una entrada secreta que tenía en un lago falso, por lo que nadie lo vió. Llegó al centro de Gotham en cuestión de minutos y comenzaron su rutina de patrullaje nocturno, recorriendo la ciudad en silencio. Sin embargo, no duró mucho.

/SUPERBAT/  Es el celo... ¿cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora