El silencio de la noche envolvía la habitación de Elías, pero su mente no encontraba paz. En cuanto se dejó caer en la cama y cerró los ojos, los pensamientos que había tratado de reprimir durante el día comenzaron a invadirlo nuevamente. Era como si, al rendirse al sueño, perdiera todo control sobre sus emociones y sobre su propio subconsciente.
El sueño lo arrastró rápidamente, envolviéndolo en imágenes fragmentadas. Estaba caminando por la universidad, como siempre, pero algo era diferente. Las sombras a su alrededor parecían más largas, más densas, y aunque el campus estaba lleno de estudiantes, no podía escuchar ningún sonido. Todo parecía como una película a cámara lenta.
De repente, Francis apareció a su lado. Su presencia era tan fuerte y nítida, como si el mundo entero se difuminara a su alrededor, excepto él. Francis reía, despreocupado, como solía hacerlo en la realidad, con esa energía que siempre lo caracterizaba. Parecía que nada en el mundo podía preocuparle, mientras que Elías sentía esa incomodidad creciente en su pecho.
Francis:
con una risa suave
-Elías, siempre estás tan serio. Relájate un poco, hombre.Elías intentó responder, pero las palabras no salían de su boca. Estaba atrapado, incapaz de expresarse, mientras Francis continuaba riendo, como si nada malo pasara. Luego, el sueño cambió, como suelen hacerlo los sueños, sin previo aviso ni transición lógica. Ahora estaban sentados en un banco, bajo la sombra de un gran árbol. Francis hablaba animadamente, pero Elías no podía concentrarse en lo que decía. Su mirada estaba fija en él, observando cada pequeño gesto, cada sonrisa, cada movimiento de sus manos.
De repente, todo se tornó más íntimo. La distancia entre ellos desapareció, y sin previo aviso, Francis se inclinó hacia adelante, como si fuera a susurrarle algo en el oído. Pero en lugar de eso, sus labios rozaron suavemente la mejilla de Elías. El toque fue tan leve y breve que Elías no supo si fue real o simplemente una ilusión del sueño.
Elías sintió un escalofrío recorrer su espalda. Quiso apartarse, pero no pudo. Estaba atrapado en esa sensación, en esa cercanía, en esa intimidad no deseada que lo confundía y lo aterraba al mismo tiempo.
Elías:
pensando desesperadamente
No... esto no puede estar pasando...El sueño volvió a cambiar. Ahora estaban en un lugar diferente, en un parque lleno de árboles altos y frondosos. Francis estaba a su lado, pero esta vez no reía ni hablaba. Solo lo miraba, con una expresión suave y comprensiva. Elías sentía que debía decir algo, romper ese silencio incómodo, pero antes de que pudiera articular cualquier palabra, Francis extendió su mano y la colocó sobre la suya.
Elías sintió una presión en el pecho. Era como si el aire se hubiera vuelto demasiado denso, demasiado pesado para respirar. Quiso apartar la mano, pero algo dentro de él lo detuvo. La imagen de Francis se volvió borrosa, y justo cuando todo a su alrededor comenzó a desmoronarse, Elías despertó con un sobresalto.
El sudor frío perlaba su frente, y su respiración era rápida y entrecortada. Se sentó en la cama, mirando alrededor de su habitación, tratando de asegurarse de que todo había sido solo un sueño. Su corazón latía con fuerza, como si todavía estuviera corriendo de algo que no podía ver ni entender del todo.
Elías:
pensando agitado
¿Por qué? ¿Por qué sigo soñando con esto? No tiene sentido... Ami no me gusta...Se pasó una mano por el rostro, tratando de despejar su mente, pero las imágenes del sueño seguían vivas en su memoria. Se levantó de la cama, sintiendo una inquietud que no podía sacudir. Caminó por la habitación, dando vueltas en círculo, con los pensamientos girando en espiral.
Entonces, de repente, una idea cruzó su mente. Una idea que había estado evitando desde que regresó de las ruinas.
Elías:
pensando decidido
El libro. Tengo que volver a ese lugar. Tal vez... tal vez si lo encuentro de nuevo, pueda entender todo esto... Talvez sea una posibilidad...
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El Legado Del Destino
AdventureA lo largo de la historia, muchas personas han soñado con poder vislumbrar su destino, con conocer los detalles exactos de sus logros, fracasos y, finalmente, su muerte. Sin embargo, pocos han tenido la fortuna -o la desgracia- de encontrar el mi...