El lunes llegó con la monotonía habitual que traen los inicios de semana. Elías se levantó temprano, aunque no tan descansado como le hubiera gustado. La semana anterior había sido un torbellino de emociones, pensamientos confusos y sueños inquietantes, pero hoy esperaba recuperar algo de normalidad. Su rutina matutina era un consuelo familiar: una ducha rápida, un desayuno sencillo y el recorrido a pie hacia la universidad.
Cuando salió de la casa, el cielo estaba despejado y el sol brillaba intensamente, prometiendo un día caluroso. Mientras caminaba por las calles que ya conocía tan bien, su mente vagaba entre pensamientos sobre las clases del día, las tareas pendientes y, por supuesto, sobre Francis. Desde que habían compartido el almuerzo juntos el otro día, no había vuelto a saber nada de él. Habían quedado en hablar más tarde, pero Francis no había respondido a sus mensajes, lo que le resultaba inusual.
Al llegar a la universidad, el campus estaba tan animado como siempre. Estudiantes caminaban de un edificio a otro, algunos conversando animadamente, otros con la mirada fija en sus teléfonos o cargando pesados libros. La rutina de cada lunes seguía su curso, pero para Elías había algo diferente en el ambiente, algo que no podía identificar.
Entró en el edificio de Humanidades y se dirigió al aula donde tenía su primera clase del día. Al entrar, vio que algunos de sus compañeros ya estaban allí, sentados en sus asientos habituales. Elías saludó con una inclinación de cabeza y se dirigió a su lugar de siempre, en la tercera fila cerca de la ventana. Sin embargo, la ausencia de Francis era palpable, especialmente porque solía sentarse justo a su lado.
Elias:
Esto es extraño... Nunca lo pensé como era el día sin FrancisTomó asiento y sacó sus materiales de estudio, intentando concentrarse en la clase que estaba a punto de comenzar. Pero su mente seguía volviendo a Francis. ¿Por qué no había respondido? ¿Le habría pasado algo? Aunque sabía que probablemente estaba exagerando, no podía evitar preocuparse.
La profesora entró en el aula con la puntualidad de siempre, y comenzó a hablar sobre el tema del día: las corrientes literarias contemporáneas. Aunque normalmente este era un tema que interesaba a Elías, hoy le resultaba difícil concentrarse. La ausencia de Francis y la sensación de que algo estaba fuera de lugar lo mantenían distraído.
La clase avanzó lentamente, y Elías intentó tomar notas, aunque no pudo evitar echar un vistazo ocasional a la puerta, esperando que en cualquier momento Francis apareciera. Pero la hora pasó, y la silla a su lado permaneció vacía.
Al final de la clase, Elías recogió sus cosas con lentitud, sintiendo una especie de vacío en su estómago. Al salir del aula, decidió enviarle otro mensaje a Francis, esperando obtener alguna respuesta. "¿Estás bien? No te he visto hoy. ¿Nos encontramos más tarde?" escribió, intentando no sonar demasiado preocupado. Pero, de nuevo, no recibió ninguna respuesta.
Decidió que lo mejor sería seguir con su día como estaba planeado. Se dirigió a la cafetería, donde solía reunirse con algunos amigos antes de la siguiente clase. Al llegar, los vio sentados en una mesa al fondo, riendo y conversando animadamente. Se unió a ellos, intentando dejar de lado sus preocupaciones.
Marta: una amiga de Elías, con una sonrisa
¡Elías! Justo estábamos hablando de ti. ¿Cómo estás?Elías:
forzando una sonrisa
Bien, bien. Solo un poco cansado. ¿Y ustedes?...Pablo:
otro amigo, levantando la ceja
¿Solo cansado? Vaya, pensé que estarías más animado después del fin de semana. ¿Saliste con Francis?Elías sintió un pequeño pinchazo al escuchar el nombre de Francis. Intentó disimular su incomodidad, pero sus amigos lo conocían demasiado bien.
Elías:
encogiéndose de hombros
No, no nos hemos visto desde hace unos días. Estaba ocupado con algunas cosas...
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El Legado Del Destino
AdventureA lo largo de la historia, muchas personas han soñado con poder vislumbrar su destino, con conocer los detalles exactos de sus logros, fracasos y, finalmente, su muerte. Sin embargo, pocos han tenido la fortuna -o la desgracia- de encontrar el mi...