Parte IX Un Día como Cualquier Otro

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El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, iluminando la habitación de Elías con una luz cálida y dorada. Elías abrió los ojos lentamente, sintiendo cómo la pesadez de sus pensamientos del día anterior se colaba en su mente. Quería que ese día fuera normal, como cualquier otro, pero sabía que no sería tan fácil.

Después de un rato, se levantó, intentando sacudir el letargo de sus hombros. La casa estaba tranquila, solo se escuchaba el murmullo distante de la televisión encendida en el salón. Se dio una ducha rápida y se vistió, preparándose mentalmente para la salida familiar que su madre había planeado.

Elías:
pensando mientras se mira en el espejo
Solo un día más... Puedo hacerlo. Solo tengo que actuar normal, como si nada hubiera pasado... Carajo

Elías bajó las escaleras, encontrando a su madre en la cocina preparando el desayuno. Sara ya estaba sentada a la mesa, con su típico desparpajo matutino, comiendo una tostada mientras revisaba algo en su teléfono.

Sara:
con una sonrisa burlona
¡Mira quién decidió unirse a la vida de los vivos! Buenos días, dormilón.

Elías:
con una sonrisa forzada
Buenos días, Sarita. ¿Sigues siendo mi molesta hermana?

Sara:
encogiéndose de hombros
Lo de siempre. Pero, oye, tenemos una salida planeada hoy, así que prepárate para soportar todo mi encanto durante el día.

Madre:
interviniendo con una voz alegre
Será divertido, Elías. Pensé que podríamos ir a dar un paseo por el parque y luego almorzar en nuestro restaurante favorito. Hace tiempo que no hacemos algo juntos como familia.

Elías asintió, tratando de mantener el entusiasmo en su rostro. La idea de pasar tiempo con su familia le agradaba, pero no podía evitar sentir una ligera presión en el pecho, una incomodidad que no lograba sacudir. Sabía que tenía que apartar esos pensamientos, pero cada vez que lo intentaba, la imagen del libro y lo que leyó volvía a su mente.

Después de desayunar, la familia se preparó para salir. El día estaba hermoso, con un cielo despejado y una brisa suave que hacía que el calor fuera soportable. Elías miró por la ventana del coche mientras se dirigían al parque, tratando de disfrutar del paisaje. Sin embargo, en su mente seguían resonando las palabras del libro.

Elías:
pensando mientras mira por la ventana
¿Cómo algo tan simple puede hacerme sentir tan fuera de lugar? Esto no es lo que quiero... ¿verdad?

Al llegar al parque, su madre sugirió que dieran un paseo antes de sentarse a descansar. Sara, con su habitual energía, comenzó a bromear sobre cómo Elías había estado actuando raro últimamente.

Sara:
bromeando mientras caminan
Oye, Eli, ¿por qué no me cuentas qué te pasa? Te he visto muy pensativo estos días. ¿Es porque ya te aburrí con mis bromas?

Elías:
con una risa forzada
No es eso, Sara. Solo... he estado pensando en muchas cosas. Nada importante.

Pero Sara no se dejó engañar. Podía notar que algo no estaba bien con su hermano, pero decidió no presionarlo más, al menos por el momento.

El paseo por el parque fue agradable. La familia se detuvo en una pequeña fuente donde los niños jugaban y salpicaban agua. Elías se dejó llevar por la tranquilidad del lugar, aunque por momentos, sus pensamientos lo arrastraban de nuevo a la lectura que había hecho.

Madre:
con una sonrisa mientras observa la fuente
Siempre me ha gustado este lugar. Me recuerda a cuando ustedes dos eran pequeños y solían correr alrededor de esta fuente, riendo y gritando.

Sara:
riendo al recordar
¡Sí! Y tú, Eli, siempre te enojabas cuando te salpicaban. Eras tan serio para tu edad...

Elías:
sonriendo ligeramente, pero con la mente en otra parte
Sí... buenos tiempos.

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