Te amo

117 12 0
                                    

En la cocina de la fonda de Los Robles, Pedro Pablo remueve lentamente la sopa que hierve a fuego lento en la estufa de la fonda. El vapor calienta su rostro, pero su mente está fría, llena de pensamientos inquietos. Mira de reojo a Bosco, quien está a su lado, cortando verduras con precisión. Siempre ha sido así: Pedro Pablo se encarga de lo más básico, mientras que Bosco parece dominar cualquier tarea con elegancia. Pero hoy, esa gracia natural que siempre ha admirado en Bosco se siente distante, casi inalcanzable.

—¿Estás bien, amor? —pregunta Bosco sin apartar la vista del cuchillo.

Pedro Pablo tarda en responder. No sabe cómo expresar el nudo que tiene en el pecho, el miedo que lo consume cada vez que pronuncia esas dos palabras que deberían ser una declaración, pero que últimamente parecen un eco sin respuesta.

—Sí, solo... estoy algo cansado —miente, volviendo a remover la sopa.

El día había comenzado con la misma monotonía de siempre. Se levantaban temprano y, después Bosco se dirigía al barrio donde vivía Pedro Pablo ya que últimamente le gustaba ayudar a Mireya en la fonda. El trabajo era sencillo , pero había algo que hacía el día más pesado: las palabras que se atascaban en la garganta de Pedro Pablo.

Apenas unas horas antes, mientras Bosco limpiaba una mesa, Pedro Pablo se había acercado por detrás, abrazándolo con suavidad y murmurando en su oído: "Te amo, Bos". Esperaba alguna respuesta.Pero esta vez, Bosco se limitó a sonreír y le dio un suave beso en la mejilla antes de seguir con su tarea. Sin una palabra.

Este no era el primer incidente, pero sí el más reciente de varios. Durante la semana, habían ocurrido otros momentos en los que Pedro Pablo se había atrevido a decir esas palabras. Una vez, cuando Bosco le mostraba cómo iba avanzando en matemáticas en la mesa de la habitación donde siempre estaban para las tutorías, Pedro Pablo lo miró a los ojos, sintiendo una corriente de amor abrumador que lo impulsó a confesar su sentimiento. Bosco lo miró, sonrió distraídamente y continuó con la lección como si no hubiera oído nada.

Y luego Don Esteban y Paz habían decidido organizar una fiesta en la mansión de los Villa Cortés, Mientras comían Pedro Pablo había tomado la mano de Bosco bajo la mesa, buscando ese contacto que lo calmaba. "Te amo", le había susurrado, esperando que el ruido de la fiesta cubriera sus palabras. Bosco había apretado su mano en respuesta, pero nada más.

Cada vez que sucedía, Pedro Pablo sentía un vacío creciente, como si la distancia entre ellos se expandiera con cada "te amo" no correspondido. No sabía cómo abordar el tema; Bosco no parecía darse cuenta, y Pedro Pablo no quería parecer inseguro o necesitado. Pero la inseguridad crecía, alimentada por su propio silencio.

La tarde en la fonda se alargó más de lo habitual. Mireya se retiró temprano, dejando a los chicos encargados de cerrar.Pedro Pablo , como siempre, se encargó de la limpieza, mientras Bosco organizaba los ingredientes en la despensa. Cuando terminaron, se miraron brevemente antes de dirigirse a la puerta.

—Voy a apagar las luces, tú sal primero —dijo Bosco.

Pedro Pablo asintió y salió al aire fresco de la noche. El barrio Los Robles estaba tranquilo, casi en silencio. Apoyado en la pared de la fonda, miró al cielo estrellado y dejó que sus pensamientos se agolparan. ¿Qué había cambiado? Bosco seguía siendo el mismo, atento y amoroso, pero había algo que no cuadraba, algo que Pedro Pablo no lograba comprender.

Cuando Bosco salió, se acercó a Pedro Pablo, colocando una mano en su hombro.

—Vamos, te acompaño a casa.

El camino fue silencioso. Pedro Pablo sabía que debería hablar, preguntar, pero el miedo a la respuesta lo paralizaba. Al llegar a su casa, frente a la puerta, Bosco se inclinó para darle un beso en los labios, un gesto que solía calmar todas las inseguridades de Pedro Pablo, pero que esta vez solo profundizó su confusión.

ʟᴏᴠᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora