Amigos con derecho

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Pedro Pablo y Bosco llevaban meses en esa complicada relación de "amigos con derechos". El acuerdo era simple: nadie debía enterarse, y nada de compromisos. Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas cuando hay sentimientos de por medio.

Una noche, después de terminar las tan famosos "tutorías" Bosco y Pedro Pablo se encontraban en la cama del villa cortés ,como era su costumbre. Habían terminado de ver una película y la conversación fluía de manera natural, hasta que Bosco mencionó casualmente que uno de sus amigos de la preparatoria se había enterado de su "amistad especial".

—No te preocupes —dijo Bosco con una sonrisa—. Le dije que éramos solo amigos y nada más. Se lo creyó.

Pedro Pablo sintió un nudo en el estómago. No era la primera vez que Bosco minimizaba lo que había entre ellos, pero esta vez, las palabras le dolieron más de lo habitual.

—¿Solo amigos? —preguntó Pedro Pablo, intentando que su voz sonara tranquila, aunque por dentro una tormenta se desataba.

—Bueno, ya sabes... amigos con beneficios —respondió Bosco, encogiéndose de hombros.

Pedro Pablo dejó escapar un suspiro y apartó la mirada. No podía seguir así. Había intentado convencerse de que estaba bien con esa situación, que podía manejarlo, pero la verdad era otra. Quería más. Quería algo real.

—No puedo hacer esto más, Bosco —dijo finalmente, su voz temblando ligeramente.

Bosco frunció el ceño, confuso.

—¿A qué te refieres?

—A esto, nosotros... Ser "amigos con derechos". No puedo seguir siendo tu secreto, alguien que escondes porque tienes miedo de lo que otros piensen.

Bosco se quedó en silencio, sorprendido por la intensidad de las palabras de Pedro Pablo. Nunca había pensado que lo que estaban haciendo pudiera lastimarlo de esa manera.

—Pedro Pablo...

—No, Bosco —lo interrumpió Pedro Pablo, levantándose de la cama—. No puedo ser parte de algo que no es real, algo que no me hace feliz. Si no puedes aceptar lo que siento, entonces no podemos seguir siendo amigos con derechos.

Bosco intentó acercarse, pero Pedro Pablo dio un paso atrás, sus ojos llenos de dolor. Sin otra palabra, salió de la habitación , dejando a Bosco en la soledad de la noche.

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El mes que siguió fue el más largo y difícil para ambos. Bosco intentó actuar como si nada hubiera pasado, pero la ausencia de Pedro Pablo era un vacío que no podía llenar. Cada vez iba peor matemáticas y en la relación con su familia,pero Pedro Pablo se mantenía alejado, intentando sanar su corazón herido.

Una noche lluviosa,Bosco decidió que ya no podía seguir así. Había pasado demasiado tiempo pensando en lo que había perdido, y se dio cuenta de que tenía que arriesgarlo todo.

Caminó bajo la lluvia hasta llegar al barrio,específicamente a la casa de los robles ,empapado y temblando,decidió Govea la puerta y para su suerte Pedro Pablo fue el que abrió. Cuando este abrió la puerta, su sorpresa fue evidente. Bosco estaba allí, con el cabello chorreando y la ropa pegada al cuerpo.

—Bosco, ¿qué haces aquí? —preguntó Pedro Pablo, entre asombrado y preocupado.

Bosco lo miró a los ojos, tomando una profunda respiración.

—No quiero perderte, Pedro Pablo. Me he dado cuenta de que no me importa lo que digan los demás. No quiero esconder lo que siento. Te quiero. Y si no podemos ser más que amigos con derechos, entonces prefiero no ser nada. Pero... si me das una oportunidad, quiero ser algo más. Quiero que seas mío, sin miedo, sin dudas.

Pedro Pablo sintió que su corazón se aceleraba. Esas eran las palabras que había deseado escuchar durante tanto tiempo, pero también tenía miedo de creer en ellas.

—Bosco... —comenzó a decir, pero Bosco lo interrumpió.

—Déjame demostrarte cuánto te quiero, Pedro Pablo —dijo Bosco, su voz llena de sinceridad—. Te prometo que no me esconderé más. Seré todo lo que necesitas, todo lo que mereces.

En ese momento, Pedro Pablo supo que Bosco estaba hablando en serio. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, mezclándose con las gotas de lluvia que aún caían sobre su rostro.

Sin decir una palabra más, Pedro Pablo lo tomó de la mano y lo atrajo hacia sí, envolviéndolo en un abrazo cálido y reconfortante. Bosco lo besó con una suavidad que jamás había mostrado antes, como si estuviera redescubriendo lo que significaba amar a alguien de verdad.

—Te amo, Pedro Pablo —susurró Bosco, cuando sus labios se separaron—. Y no voy a dejar que nada ni nadie nos separe.

—Yo también te amo, Bosco —respondió Pedro Pablo, finalmente permitiéndose creer en el amor que había esperado durante tanto tiempo.

Esa noche, mientras la lluvia seguía cayendo, encontraron en los brazos del otro un amor que ya no tendría que esconderse más. Y aunque sabían que el camino no sería fácil, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.

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Oigan una dudota ustedes q edad tienen para ver si sentirme vieja o muy joven JAJAJAJJAA yo tengo 18 casi 19 😭😭

ʟᴏᴠᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora