Episodio 7

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Y, así, sin nadie darse cuenta, 

podrían haber prevenido el desastre 

que pronto se avecinaba


Cuando Sálum llegó a la escuela de magia, aún no había comenzado a oscurecer.

En el camino, habían tardado unas dos horas, pero después de atravesar una barrera que les permitía ingresar a la escuela de magia, el horario fue un asunto diferente, ya que, mientras en el área de la familia Xru solo habían pasado unos minutos desde que el alba había salido, en la escuela de magia casi había empezado a anochecer.

Sálum reaccionó poco ante este suceso, aunque lo que vio a continuación lo sorprendió un poco.

La limusina pasó por un puente increíblemente ancho, para, después, aterrizar en las afueras de la escuela de magia.

Desde el punto de vista de Sálum, lo que estaba ante sus ojos era un castillo blanco. Era casi tan grande como los Antiguos Ríos.

Había sido creada en tiempos donde la magia pura realmente existía, por eso, alguien como Sálum, que no tenía ni un ápice de magia en él, podía sentirlo.

Era como si al entrar en ella, Sálum pudiera ver los secretos del cielo. Era tan puro. Del tipo que en su Era se había extinguido hacía tiempo.

Solo en este momento, Sálum pudo entender lo que era realmente la magia pura. Para describirla en simples palabras; cuando tus pies entraran contacto con el césped, sentirías que flotarías, cuando comieras algo, por más simple que fuera, sería casi comparable a un elixir de noveno o incluso décimo grado; limpiando cada impureza que hubiera dentro de ti. Sentirías que el mal, aquello que te había estado atormentando hacía tiempo, desaparecía.

Y eso era lo que estaba sintiendo Sálum en ese momento.

Al salir de la limusina, el chofer se encargó de sacar sus maletas, las cuales las puso a los pies de Sálum, después, hizo una leve reverencia y se despidió.

Cuando miró el inmenso castillo frente a él, fue como si de repente ya no fuera un pecador.

Había matado a miles de personas solo para cumplir su cometido, ¿cuántos de ellos no eran inocentes? ¿Cuántos eran solo grises, sin haber cometido ningún mal mayor? Sálum no lo sabía, ni se había parado a culparse o a lamentarse por esas muertes. Sus manos ya estaban llenas de sangre, sabía que sería así desde que tenía nueve años y, con su último aliento, corrió a los Antiguos Ríos y prometió nunca mirar atrás. No hasta darle la libertad a su madre y a sus hermanos.

Hasta devolver sus almas al cielo, no se permitiría pensar en cuántas personas había matado y cuántos de ellos eran realmente culpables.

Sin embargo, en ese momento, frente a la escuela de magia, la culpa llenó su corazón. El arrepentimiento. La culpa.

Que incómodo, nunca había sentido eso antes.

Todo esto..., una voz que nunca antes había escuchado, ahora susurraba en su corazón, como un demonio. Toda esta sangre derramada..., todas esas muertes..., ¿realmente no te arrepientes?

Trató de volver a respirar con normalidad, pero aquella voz hacía que fuera difícil; hacer esa tarea diaria ahora se había convertido en un reto.

Realmente..., realmente...

Miró hacia delante. A las afueras de la escuela de magia no había nada a excepción del césped que había sido regado con cuidado, pero, después de la entrada, donde se reunían los nuevos estudiantes, antes de entrar oficialmente a los edificios de la escuela de magia, estaba repleto de estudiantes.

La última llama del fénixWhere stories live. Discover now