𝐄𝐋 𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐒 𝐏𝐎𝐄𝐌𝐀𝐒 • Ona Batlle

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑𝟎

𝐁𝐀𝐉𝐎 𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐂𝐈𝐄𝐋𝐎

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Valeria

El sol se estaba poniendo, pintando el cielo de tonos cálidos de naranja y rosa, mientras me sentaba en la terraza de nuestra casa compartida, mirando hacia el horizonte. La brisa suave del atardecer acariciaba mi piel, y el sonido lejano de las olas rompiendo en la playa cercana era casi como una canción de fondo a nuestra nueva realidad. La tranquilidad de ese momento me hacía reflexionar sobre todo lo que habíamos vivido.

Ona se unió a mí en la terraza, sus pasos ligeros como siempre. Se sentó a mi lado, sus manos buscando las mías en el crepúsculo.

-Es increíble pensar en todo lo que hemos pasado -dijo Ona, mirando hacia el cielo. -A veces siento que el tiempo ha pasado tan rápido, pero cuando miro hacia atrás, veo cada paso que nos ha llevado hasta aquí.

-Sí -respondí, apretando suavemente su mano. -Desde los días de nuestra infancia hasta los momentos más difíciles, todo ha sido una parte importante de nuestro viaje. Nos ha llevado a este punto, bajo este mismo cielo donde solíamos soñar juntas.

Ella sonrió, su expresión llena de calma y felicidad.

-Recuerdo aquella tarde en la playa cuando éramos niñas, cuando hablábamos de nuestro futuro. Nunca imaginé que estaríamos aquí, compartiendo nuestras vidas de esta manera. Pero ahora, al mirar hacia atrás, todo tiene sentido.

-Todo tiene sentido -asentí, sintiendo una profunda gratitud. -Hemos aprendido que el amor verdadero no se apresura, que crece y florece en su propio tiempo. Nos ha llevado a un lugar donde podemos estar completamente juntas, sin miedos ni reservas.

Ona inclinó la cabeza, mirándome con una ternura que siempre me ha conmovido.

-A veces me pregunto cómo llegué a ser tan afortunada. Tantas veces sentí que estaba perdida, pero luego tú llegaste a mi vida y todo cambió. Ahora, bajo este mismo cielo, siento que todo tiene un propósito.

-Yo también me siento afortunada -le respondí, mis ojos brillando con emoción. -Cada momento, cada desafío, nos ha hecho más fuertes. Nuestro amor ha resistido la prueba del tiempo y de las dificultades, y ahora estamos aquí, listas para enfrentar el futuro juntas.

La noche estaba llegando, y el cielo se transformaba en un lienzo de estrellas. La luz de la luna comenzó a reflejarse en el mar, creando un paisaje mágico que parecía reflejar nuestro estado de ánimo. Miré hacia el cielo estrellado, recordando las noches que soñábamos con el futuro.

-Ona -comencé, con una voz suave pero llena de convicción. -Me siento tan feliz de estar aquí contigo, de poder compartir mi vida contigo. Hemos pasado por mucho, pero hemos salido más fuertes. Este es nuestro momento, y quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que venga.

Ella me miró con los ojos llenos de amor.

-Y yo siempre estaré aquí para ti. Juntas, hemos construido algo hermoso. Este amor que compartimos no es solo nuestro. Es el resultado de todo lo que hemos vivido y de todo lo que hemos superado.

Nos abrazamos bajo las estrellas, sintiendo una conexión profunda que iba más allá de las palabras. El cielo sobre nosotras parecía bendecir nuestro amor, y el futuro que teníamos por delante estaba lleno de posibilidades infinitas.

La vida a partir de ahora prometía ser una aventura continua, una en la que cada día sería una oportunidad para crecer, amar y descubrir nuevas facetas de nosotras mismas. Sabíamos que habría desafíos, pero también estábamos seguras de que, mientras estuviéramos juntas, podríamos superar cualquier cosa.

El amor que habíamos construido y fortalecido estaba ahora en su forma más pura, y estábamos listas para enfrentar el futuro con confianza y esperanza. Bajo este mismo cielo, donde nuestra historia comenzó, ahora comenzábamos una nueva etapa, una en la que la promesa de estar siempre una al lado de la otra era la base de todo lo que nos esperaba.

Con cada latido de nuestros corazones y cada mirada compartida, sabíamos que estábamos exactamente donde debíamos estar. Y mientras la noche avanzaba y el cielo estrellado se extendía sobre nosotras, sentí una profunda paz, sabiendo que nuestro amor, tan verdadero y duradero, estaba finalmente en su lugar.

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▪ Aquí nos despedimos de la historia de Valeria y Ona.

▪ Gracias por haber llegado hasta aquí, y gracias por el apoyo.

▪ Nos vemos en el epílogo

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