𝐄𝐋 𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐒 𝐏𝐎𝐄𝐌𝐀𝐒 • Ona Batlle

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟔

𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐑𝐄𝐋𝐀𝐂𝐈Ó𝐍

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Valeria

Nunca había imaginado que el comienzo de una relación romántica podría ser tan envolvente y lleno de nuevas experiencias. Ahora que Ona y yo habíamos dado el paso hacia algo más, sentía que cada día estaba lleno de descubrimientos y emociones frescas. El hecho de que estuviéramos explorando este nuevo capítulo juntas hacía que cada momento fuera aún más especial.

El primer día que decidimos oficialmente estar juntas como pareja, estaba llena de una mezcla de nervios y entusiasmo. Nos miramos con una sonrisa tímida pero genuina, nuestras manos entrelazadas de una manera que parecía natural y perfecta.

-Así que esto es real, ¿verdad? -preguntó Ona, con una expresión de incredulidad y alegría en su rostro.

-Sí -respondí, sintiendo que mi corazón se hinchaba de felicidad. -Es completamente real. Y me alegra más de lo que puedo expresar.

A partir de ese día, comenzamos a construir nuestra relación con un enfoque fresco y abierto. Cada pequeño gesto tenía un significado especial. El simple hecho de despertar cada mañana sabiendo que Ona era mi novia en lugar de solo mi amiga ya era una fuente de alegría constante. Despertar con ella a mi lado y ver su sonrisa al abrir los ojos era un regalo que no había experimentado antes.

Uno de nuestros primeros fines de semana como pareja, decidimos hacer algo simple pero significativo: ir a caminar por el parque donde solíamos pasar tiempo cuando éramos más jóvenes. Recordar esos momentos de nuestra infancia mientras estábamos juntas como novias era una experiencia agridulce y hermosa.

-¿Recuerdas cuando solíamos venir aquí y hacer picnics? -pregunté, mientras caminábamos por el sendero cubierto de hojas doradas del otoño. -Las risas, las historias, y esos pequeños juegos que inventábamos.

Ona sonrió, sus ojos brillando con nostalgia.

-Sí, lo recuerdo perfectamente. Es raro cómo estos lugares pueden traer de vuelta recuerdos tan vívidos. Pero ahora todo se siente diferente. Más significativo, tal vez.

Nos detuvimos en un banco que solíamos ocupar en aquellos días. Me senté primero y Ona se unió a mí, acurrucándose a mi lado. Era un momento sencillo, pero la manera en que se acurrucó contra mí, con su cabeza reposando sobre mi hombro, hizo que mi corazón se derritiera.

-Valeria -dijo Ona, rompiendo el silencio con una voz suave. -Hay algo que quiero decirte. No sé si te lo he dicho lo suficiente, pero estoy tan feliz de estar contigo. Estar aquí contigo, recordando lo que solíamos hacer y darnos cuenta de cómo todo ha cambiado, me hace sentir que todo tiene sentido.

La ternura de sus palabras me hizo sonreír ampliamente.

-Ona, yo también estoy increíblemente feliz. Es como si todo estuviera encajando en su lugar. La forma en que me miras, cómo te preocupas por mí... todo esto es un sueño hecho realidad.

A medida que avanzaban los días, empezamos a establecer nuevas rutinas como pareja. Compartir cenas en casa, planear escapadas de fin de semana y explorar nuevas actividades juntas nos permitió fortalecer nuestra relación. Cada pequeña aventura, desde cocinar una nueva receta hasta simplemente ver una película en casa, estaba llena de alegría y complicidad.

Un viernes por la noche, después de una semana larga de trabajo, decidimos hacer una noche de películas en casa. Colocamos mantas y almohadas en el suelo de la sala de estar, y nos acurrucamos juntas mientras mirábamos nuestras películas favoritas. La sensación de estar tan cerca de Ona, de sentir su calor y su risa, era un consuelo y una felicidad que no sabía que necesitaba hasta que lo viví.

-¿Te acuerdas de la primera vez que vinimos a ver una película aquí? -preguntó Ona mientras se acomodaba a mi lado. -Creo que fue una de esas comedias románticas ridículas.

-Sí -respondí, sonriendo. -Y ahora, cada vez que veo una película, me recuerda a esos momentos y a cómo todo ha cambiado para mejor.

La relación también trajo desafíos, por supuesto. Había momentos en los que nuestras diferencias salían a la superficie, y aprendíamos a navegar por esos problemas con paciencia y comprensión. Había discusiones sobre pequeños detalles, pero nunca dejamos que esos desacuerdos nos separaran. Más bien, los usamos como oportunidades para crecer y conocernos mejor.

Uno de esos momentos fue cuando tuvimos una discusión sobre cómo equilibrar el tiempo entre nuestras actividades y nuestro tiempo juntas. Nos enfrentamos a un desacuerdo sobre cuánta flexibilidad debíamos tener en nuestros horarios.

-Valeria, entiendo que quieras pasar tiempo conmigo -dijo Ona con un tono de frustración. -Pero también necesito tiempo para mí misma y para mis compromisos.

La miré con una mezcla de tristeza y determinación.

-Lo entiendo, Ona. Pero también quiero asegurarme de que estemos construyendo algo sólido. No quiero que nuestras prioridades nos separen.

Ambas reflexionamos y, después de una conversación sincera, llegamos a un acuerdo. Aprendimos a ser más flexibles y a encontrar un equilibrio que funcionara para ambas. Esos momentos de desafío solo hicieron que nuestra relación fuera más fuerte y más significativa.

A medida que pasaba el tiempo, nuestra relación continuaba fortaleciéndose. Las risas, los abrazos, y los momentos compartidos nos unían más. A menudo, cuando Ona me miraba, sentía que había encontrado una parte de mí misma que había estado esperando ser descubierta.

Cada día con Ona era un recordatorio de lo que habíamos construido juntas: era un amor real y duradero. Nos estábamos conociendo en niveles más profundos, y cada experiencia compartida solo reforzaba la certeza de que estábamos en el camino correcto.

Así, el inicio de nuestra relación no solo significaba un nuevo capítulo, sino el comienzo de una aventura hermosa que estábamos construyendo juntas. Cada día estaba lleno de nuevas promesas y de la certeza de que, sin importar lo que viniera, enfrentaríamos todo con amor y con la fortaleza que solo un vínculo verdadero puede ofrecer.

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▪ Último por hoy, mñn ya la tenéis completa

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