LISASiempre admiré el amor prometido entre mamá y papá.
La confidencialidad en cada una de sus palabras. El susurro que desprendían las miradas que compartían. Un susurro cálido, eléctrico e incluso hechicero.
Ambos eran almas chocantes. Cuerpos que se anhelaban el uno al otro cada día pero en medio una rivalidad innata que se aseguraban de demostrar con cada reto que suponían las batallas comenzadas por mi madre.
Audacia. Determinación.
Eso era lo que corría por la sangre de mi madre, un espíritu libre y seguro que encontraba de una forma u otra irritar la paciencia de mi padre con su envalentonamiento.
Quizás, eso fue lo único bueno que saqué de ella; su capacidad de enervar a quien fuera gran con facilidad.
No mi cabello ondulado y castaño. Ni mis ojos con tintes verdosos y café. Ni siquiera las pequeñas pecas en mi rostro.
En momentos como este, atada al pie de la mesa de la cocina e inmovilizada por las múltiples cuerdas que rondaban por mi piel, me vinieron como una estela fugaz las palabras que siempre había recibido de mi abuelo.
"Recé por que fueras un hombre al nacer. Pero no puedo estar más orgulloso de ese carácter tenaz y fuerte que tienes. Úsalo con inteligencia, te puede abrir muchas puertas. O quemarte viva si las usas mal"
La mano de mi madre se apretó contra la mía en una señal que identifiqué como tranquilidad. Quería que estuviera en paz, seguramente pensaba que papá vendría a nuestro rescate en cualquier momento y no quería que perdiera la cabeza en vano.
Al contrario de cómo estaba yo, mamá tenía el ceño fruncido y había logrado zafarse levemente del paño que tenía atado en la boca.
No se había quebrantado. No todavía. La verdad era que nunca se quebrantaba ante nadie y me sorprendía que aunque que ella hubiera recibido los pocos golpes por mí me sonriera y me gritara en silencio: va a pasar, y mañana despertaremos, lo olvidaremos y compraremos muchos más tacones.
En respuesta, y con mis ojos vacilantes le sonreí con la mirada acuosa. Porque mi cabeza ya había aceptado la realidad.
Algo se había roto en mí.
Tal vez por la brutalidad del asunto. Puede que los golpes que vi recibir a mi madre en su cara y estómago.
Quizás, porque habían asesinado a mi nana delante de mí y ahora yacía envuelta en sangre delante de mis ojos.
Era el vivo y andante retrato de mi mamá. Mismo rostro, mismo cuerpo y misma mentalidad.
Sin embargo, y muy a mi pesar, había tomado una parte defectuosa del hermano ya muerto de papá.
Su enfermedad.
Ese dolor que había padecido desde mi nacimiento y del cual todos me decían que saldría intacta y viviría por los siglos de los siglos.
Aunque no papá y mamá. Ellos nunca me hablaron abiertamente sobre las posibilidades que tenía . Para ellos, mi futuro estaba ahí, a mi alcance, y me trataban como la hija más sana, voraz y con más ganas de vivir la vida en todo el mundo
Era eterna, porque desafiaba la muerte cada día que seguía respirando y los latidos de mi corazón, aunque maltrechos y a veces dolorosos, seguían ahí. Latiendo. Viviendo. Respirando.
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Violets for guns || Lizkook
FanficEn una noche de sangre y muerte el destino decidió unirnos. Pensaba que haber sido retenida y usada como una rehén por un hombre enmascarado era la peor de las desgracias. Un hombre que no volvería a ver jamás. Un rapto fugaz. Todo volvería a ser co...