★彡[ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴄɪᴏɴ]彡★
En un mundo donde las tradiciones y roles de género son estrictamente definidos, Jungkook, un tierno omega de 19 años, ha crecido en un entorno opresivo. Desde su infancia, ha sido educado en casa por su madre, quien le ha enseñad...
Jungkook estaba en su habitación, sintiendo una mezcla de nervios y miedo mientras su mamá lo ayudaba a arreglarse. Llevaba un hermoso vestido largo que marcaba su figura con elegancia, y un suéter que le cubría los brazos y el pecho, dándole un aire de calidez y protección. La luz del atardecer entraba por la ventana, iluminando su rostro mientras su madre ajustaba los últimos detalles.
Jungkook recuerda que no debes hacer ruido con los tenedores—dijo Hyori—. Tampoco vayas a hablar si no te dan la palabra, y recuerda que no debes beber alcohol o vino. Si Taehyung te lo pide, lo haces.
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—Sí, mamá—respondió cansado.
—Listo—respondió con una sonrisa al terminar de sujetar bien el moño en el suéter del castaño—. Te ves muy bien.
—Mamá, no quiero usar vestido porque es incómodo para mí—se quejó.
—Pues a tu futuro alfa le gustan los omegas así. Además, resalta tu hermosa figura—dijo mientras tomaba un mechón de cabello—. Siéntate, voy a peinarte.
—Mamá, no quiero estar solo—esas palabras hicieron que Hyori se detuviera para abrazar por detrás a su pequeño.
—Mi amor, te juro que cuando pueda iré a visitarte—sonrió nostálgica, sintiendo cómo el peso de la separación se hacía más palpable en su pecho.
—¿Lo dices en serio? —preguntó Jungkook con una mezcla de esperanza y temor.
—Jamás te he mentido y claro que lo digo en serio. Eres mi bebé, y te voy a echar de menos cuando tengas que irte. —se limpió las lágrimas que amenazaban con caer—. Hablemos de esto después; se nos arruinará el maquillaje.
Jungkook sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. La idea de estar lejos de su madre le causaba un dolor profundo.
—Te amo, mami—
—Yo te amo más, corazón—sonrió Hyori para después comenzar a cepillar la melena de Jungkook y tomar la plancha para hacerle unos lindos rulos que lo hicieran lucir aún mejor. Al terminar, volvió a asegurarse de que Jungkook tuviera bien su ropa; retocó un poco y colocó labial en los delgados labios del menor.
Mientras lo hacía, ambos quedaron en silencio, sumidos en sus pensamientos. Jungkook se miró en el espejo y vio reflejada su inseguridad; el vestido le parecía un símbolo de lo que iba a dejar atrás: su niñez, la calidez del hogar, el amor incondicional de su madre.
