★彡[ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴄɪᴏɴ]彡★
En un mundo donde las tradiciones y roles de género son estrictamente definidos, Jungkook, un tierno omega de 19 años, ha crecido en un entorno opresivo. Desde su infancia, ha sido educado en casa por su madre, quien le ha enseñad...
—¿Qué demonios te sucede? —preguntó Taehyung, visiblemente molesto, al separarse de los labios ajenos.
—Lo siento, yo... yo... no... —Jungkook sintió cómo sus nervios crecían a medida que las palabras se atoraban en su garganta. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho.
—Maldición, ¿qué pasa conmigo? —se preguntó a sí mismo con frustración, llevando las manos a su cabello negro. No comprendía cómo había correspondido al beso que su prometido le acababa de dar. Era una reacción que lo sorprendía y lo desconcertaba al mismo tiempo. ¿Cómo era posible que su cuerpo respondiera así ante la cercanía del dulce castaño? Todo le parecía absurdo; el lobo en él parecía dominarlo, y la atracción que sentía por aquel omega le resultaba estúpida.
El chófer, sentado al volante, mantenía la mirada fija en la carretera. Aunque no entendía coreano, los gestos de Taehyung y el nerviosismo palpable de Jungkook eran suficientes para confirmar que estaban en medio de una intensa discusión. El chófer pensó para sí mismo que Kim era un verdadero estúpido por alejar a alguien tan hermoso como Jungkook. Después de todo, el omega era una belleza cautivadora; sus rasgos delicados y su sonrisa iluminaban cualquier sintió.
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Cuando finalmente llegaron al hotel. Al entrar, dos empleadas se acercaron educadamente a la pareja, inclinándose en una reverencia antes de guiarlos hacia la suite reservada. Taehyung deseaba llegar rápidamente y ahogar sus penas en un delicioso vodka; necesitaba calmar los nervios que lo invadían.
Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula al entrar en la suite. Se encontró con un espacio elegante y amplio al ir a la habitación noto lo amplio que habian tres habitaciones separadas, un closet impresionante, un baño y una ducha cuyas paredes eran de cristal transparente. La sola idea de compartir ese espacio con Jungkook lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Para colmo de males, esa era la única ducha disponible y la única habitación.
Taehyung observó a su alrededor con desdén. Aunque la suite era grande y lujosa, sabía que no era lo que había solicitado. Al inspeccionar las otras habitaciones, se quedó desconcertado: una estaba llena de juguetes sexuales; sillones extravagantes, cadenas brillantes y trajes provocativos adornaban el lugar. Había disfraces de doctor y enfermera, lobo y caperucita, vaquero y vaquerita; todo parecía sacado de un sueño erótico.
En otra habitación encontró un amplio espacio destinado a gimnasio; en otra más había una biblioteca repleta de libros y un acogedor sillón junto a una mesa grande. Y finalmente, había un cuarto decorado con piedras preciosas que contenía un jacuzzi.
