𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 9

114 13 19
                                    


Querido Cupido

"Sanando un corazón afligido"



[...]




Uno porciento.

Después de todos los incidentes, creí que ya nada me podría sorprender. Sin embargo, ver a la criatura que se esforzó porque no me pasara nada con una cortada en su brazo, me causaba cierta incertidumbre. La adrenalina de sentir las balas cerca de nosotros aún corría por mis venas y el filo de las navajas seguía en mi mente cada vez que lo recordaba.

Él abrió sus ojos un poco nervioso, estaba segura de que intentaba ocultármelo y por eso escondía su brazo izquierdo mientras conversábamos. Aunque la situación hubiera sido vergonzosa, ahí estaba, examinando su brazo con una mezcla de dolor y resignación.

Así es, yo estaba preocupada por su herida. 

A pesar de nuestras constantes peleas y desacuerdos, no podía ignorar el hecho de que había arriesgado su vida por mí. El zorro me observaba con detenimiento, buscando qué decir, "No me duele, tranquila", trató de protestar mientras me sentaba a su lado con seriedad.

Su voz, aunque firme, tenía un tono de cansancio que no había notado antes. "Fue cuando intentaban apuñalarte...", reflexioné en voz alta, sintiendo un nudo en la garganta. La imagen de los ladrones atacándonos seguía fresca en mi memoria y la culpa me invadía al pensar que él había salido herido por mí.

El zorro observó mi preocupación y comenzó a negar con su mano derecha. "Estoy acostumbrado a estos cortes, créeme", ironizó, pero alcancé a ver la palma de su mano con signos de maltrato. Agarré su muñeca para detener su movimiento y, al hacerlo ví que tenía una especie de llagas adoloridas.  


¿Qué más me estaba ocultando?


"Esto es por esas agujas, ¿verdad?", mencioné y lo observé frunciendo mi ceño, sintiendo una mezcla de rabia y nostalgia. De hecho, esto me recordaba a todas las veces que me sentía impotente, una vez más... Me sentía así.

Él me miró nervioso, intentando ocultar su incomodidad. "Eh... en serio, esto no importa, ¿sí?", murmuró mientras ocultaba la palma de su mano. Sus ojos, que normalmente me miraban con seguridad, ahora estaban evitando los míos.

Eso me recordaba un poco a mi yo del pasado, una chica que minimizaba sus pesares. Lo miré en silencio unos segundos, sintiendo el cansancio acumulado de la noche. Observé mi cajón y, sin esperar su respuesta, anuncié: "Déjame buscar el botiquín", me dirigí hacia allí decidida.

"Por favor... ¡Estoy bien!", intentó detenerme, su voz cargaba una mezcla de urgencia y disgusto. Me pregunté porqué no querría prestar atención a su herida, sin embargo, tal vez sea porque no me había portado bien con él últimamente.

"Sí, estás tan bien que no te curas igual que tu amigo", respondí con un tono sarcástico mientras rebuscaba en el cajón. "Estás verdaderamente loco...", admití en voz alta, más para mí misma que para él.

Escuché un leve sonido de disgusto por parte de él y habló: "Ya tengo experiencia enfrentando cosas peores", replicó, intentando sonar despreocupado. Sus palabras me hicieron detenerme un momento, preguntándome qué clase de experiencia hablaba y volteé a verlo con confusión, "¿Ah sí? ¿Cómo cuáles?", pregunté incrédula, levantando una ceja.

𝙌𝙪𝙚𝙧𝙞𝙙𝙤 𝘾𝙪𝙥𝙞𝙙𝙤 - Soshiro Hoshina [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora