𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 3

141 15 21
                                    


Querido Cupido

"Sanando un corazón afligido"


[...]


Límites

Todo pasa por una razón. He experimentado situaciones que me han llevado a estar aquí, en mi habitación, acompañada de criaturas que solo yo puedo ver. No sabía lo que me esperaba, sin embargo, trataría de liberarme pronto de esta especie de castigo. Aunque para eso debía estar segura de muchas cosas; admito que sentía curiosidad por ellos.

El amor no estaba en primer lugar en mi lista de prioridades, pero parecía como si el destino quisiera recordarme que era una parte esencial que debía experimentar. Observé en silencio toda mi habitación. La esfera seguía durmiendo junto a Perla, y decidí continuar charlando con el zorro para resolver mis dudas.

"Bueno, al menos fingir que sientes amor es un progreso", mencionó para mí. Se llevó una mano a la barbilla, divertido, sin embargo, no podía evitar pensar en cómo se desarrollaría todo esto.

"Tal vez...", dije pensativa. Caminé con cuidado de no despertar a los dormilones y me senté en la cabecera de mi cama para recostar mi espalda. Miré al mini zorro con detenimiento y él trataba de discernir mis pensamientos.

"Si quieres, siéntate aquí", le indiqué. "Creo que tendremos una larga conversación", le señalé el otro extremo de la cama.

Él, en silencio, se acomodó, recostando su espalda también. "Gracias, eso fue un gesto amable", dijo divertido, refiriéndose a mi ofrecimiento. Volteé mis ojos ante su comentario. "Pues no fue nada, pero no te acostumbres", mencioné despreocupada.

"Sí, ya me lo imaginaba", mencionó sarcástico. Observamos unos segundos en silencio a la esfera roja y a Perla; la escena podía llegar a ser tierna.

"Puedo preguntarte... ¿por qué tu compañero lleva una falda?", indagué. Él me dedicó una mirada incrédula. Con una mano se cubrió la boca para evitar que sus carcajadas sonaran con fuerza. "Es que él tiene gustos... peculiares", aclaró aguantándose la risa.

"No quería mencionarlo delante de él, pero... ¿por qué dejas que lo use?", lo miré con confusión. "Honestamente se ve ridículo", admití con una sonrisa divertida. Desde el principio, eso fue lo primero que noté de su vestimenta.

"Oye, no voy a obligarlo a no ser feliz. Además, ¿por qué te metes con el No. 10?", dijo fingiendo indignación. Me quedé pensando en su pregunta.

"No. 10... honestamente, me cae mejor que tú", respondí, y el mini zorro sintió que mis palabras fueron un golpe directo a lo que sonreí por su reacción. "¿Ese es su nombre?", continué. "¿Es tu décimo compañero o algo así?", pregunté con curiosidad.

Él pensó un poco antes de responder. "Bueno... algo así", dijo en voz baja. Pude sentir un leve tono de nostalgia en su voz, pero decidí no mencionar nada al respecto, por ahora.

"Ni siquiera le pusiste nombre y lo tratas de lo peor", reflexioné en un susurro que él pudo escuchar, y se tensó. "Si yo fuera él, ya te habría abandonado", dije, colocando despreocupadamente mis manos sobre mi cabeza.

"Lo dices porque no lo conoces, pero en ocasiones es muy fastidioso", mencionó tratando de excusarse. Me dio gracia, era como ver a un niño haciendo pucheros. "¿Más de lo que eres tú?", pregunté divertida.

𝙌𝙪𝙚𝙧𝙞𝙙𝙤 𝘾𝙪𝙥𝙞𝙙𝙤 - Soshiro Hoshina [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora