Capítulo 5

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- Papi, papi- la voz de Valeria hace presencia en el comedor, provocando que Gamboa baje la pistola y la esconda bajo su camiseta.- ¿Dónde está Palomares?- todos hacen un pasillo dejando ver a la pequeña rubia y a Burbuja, quien lleva en sus brazos...¿un cerdito? Ambos se acercan al cura.- Palomares, necesito que bautices a mi cerdito.

- Valeria, ahora no puedo, después, ¿vale?- le contesta mirándonos nervioso y acariciando su hombro.

- Pues, tú, papi- pide girándose a verle detrás mía.- No era un fantasma pirata, Albi, era un cerdito y Salomé se lo quiere comer- me dice triste y preocupada.

- Val, lo bautiza después, ¿vale? Ahora estamos en una...- pienso qué decirle mientras me agacho para quedar a su altura.- En una reunión muy importante, ¿eh?

- Por fi, por fi, por fi...- repite una y otra vez, por lo que mi padre mira a Gamboa, el cual asiente levemente con la cabeza.

- Pero me tienes que prometer que después vas a ir al camarote y no vas a salir oigas lo que oigas- le dice mi padre, ella asiente y yo me levanto haciéndome a un lado.- Con los poderes que me han sido otorgados, bautizo a este cerdo con el nombre...

- De señora Chipi- eleva la voz Burbuja con una sonrisa que provoca la mía.

- De señora Chipi, y para que conste en acta, a fecha de hoy- sigue diciendo mirando el reloj de su muñeca.- Y hora once y treinta y cinco. Tu cerdito ya tiene nombre, eh- todo el mundo sigue callado, observando a Valeria con algo de tensión.

- No, tienes que echarle agua- suelta Burbuja.- Un bautizo sin agua no vale, ¿dónde está el agua?- nerviosa miro a Piti, al cual le indico con la cabeza que marche, él entiende mi gesto y corre hacia la cocina a por el agua.

- Aquí está- avisa al poco tiempo volviendo con una jarra.

- Bien- mi padre suspira.- Con los poderes que me han sido otorgados bautizo a este cerdo con el nombre de señorita Chipi y ya nadie se lo podrá comer- dice de carrerilla a la vez que Piti moja la frente del cerdito.- Ya está. Ahora vete a tu camarote y no salgas de ahí, ¿vale, cariño?

- Gracias, papi- le agradece tirándose a abrazarlo.

- Burbu, no te separes de ella, por favor- le pido en un susurro acariciando su brazo, este me asiente yéndose con ella.

En cuanto ambos bajan las escaleras Gamboa vuelve a ponerse en posición, delante nuestra, lo único que ahora mi padre está a mi lado. Pero, de repente, antes de que alguien pueda hablar, la puerta se abre de golpe y todos nos giramos a ver, aunque yo también siento un tirón en mi brazo. Lo siguiente que noto es algo chocando contra mi coronilla, algo metálico y frío que me paraliza, al igual que a mi padre.

- ¡No!- Ainhoa le grita e intenta acercarse asustada, pero nuestro padre la frena agarrándola de los brazos.

- ¿Qué coño haces?- le pregunto con asco en tan solo un murmullo.

- Tranquila...- responde en un susurro contra mi oído provocándome náuseas.- Sabes que no te mataré.

- Suelta a mi hija- él eleva la voz furioso y puedo ver sus ojos cristalizados cuando se escucha el clic del arma.

- ¡No voy a dejar que nadie tome nuestro barco!- advierte Julián mirándome cada dos segundos, acaba de entrar y apunta al moreno con un arpón.- ¡Y más te vale que sueltes a mi sobrina!

- Julián, no tenemos nada que hacer, es toda la tripulación contra nosotros- intenta que entienda mientras me mira de reojo.

- ¡Pues alguno me llevo por delante!

- Piensa en Alba- le pide nervioso levantando sus manos, mi hermana me mira llorando y yo le sonrío levemente en un intento de calma.- ¡Que lo dejes, Julián!- grita cuando ve que no le hace caso.- ¡Es una orden!¡Julián!- pero antes de que pueda hacer nada, la megafonía hace el típico sonidito de cuando alguien va a hablar.

El barcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora