Capítulo 4

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- Albi- la voz aguda de mi hermana pequeña me despierta, además de los constantes golpecitos que pega contra mi mejilla.

- ¿Qué pasa, Val?- le pregunto abriendo un ojo, trae consigo su mini ordenador y sonríe mientras me empuja.

- Quiero estar contigo- yo asiento bostezando mientras me echo a un lado, quedando ella acostada entre la pared y yo.

- Nunca he entendido esos dibujos- comento frotándome la cara cuando se pone a ver una serie de dibujos animados, ella se encoje de hombros acomodándose en mi barriga.- ¿Qué haces despierta tan temprano?

- Es que había muchos ruidos en mi habitación y papá ya no estaba- contesta mirándome.

- Entiendo...

- Eran gritos de fantasmas- me explica apagando el ordenador y poniéndose algo nerviosa.

- ¿Ah, sí?- pregunto haciéndome la sorprendida y atendiéndola.

- Sí, los fantasmas piratas, de los que nos hablaba mamá, ¿te acuerdas?- una punzada atraviesa mi pecho al recordar todos los cuentos que nos contaba antes de irnos a dormir.

- Sí...- susurro sonriéndole.- Sí, me acuerdo. Pero recuerda que no pueden tocarnos, no nos harán nada.

- Albi, ¿tú crees que, ahora, mamá es un fantasma?- la pregunta me toma por sorpresa y tengo que carraspear antes de pensar algo coherente.

- Sí- respondo por fin sonriéndole.- Pero las mamis no se quedan como los fantasmas piratas, estos se quedan en los barcos, pero las mamis se van al cielo.

- ¿Al cielo?- pregunta dirigiendo sus ojos a la ventana.

- Sí, al cielo- respondo acariciando su espalda.- Y desde ahí arriba, en las nubes, nos vigila y nos cuida.

- ¿Nos está cuidando ahora?- feliz se gira a verme.

- Sí, siempre. A ti, a mí, a Ainhoa y...- antes de que pueda terminar la frase un fuerte zarandeo provoca que caiga hacia atrás terminando en el suelo, Valeria me agarra la mano y por suerte solo se queda tumbada en la cama. Todos mis libros caen de la estantería sobresaltándome.- Y papá- termino diciendo mientras me pongo de rodillas mirándola.

- ¡Estás sangrando!- chilla asustada confundiéndome, rápidamente recorro todo mi cuerpo en busca de alguna herida.

- Val, no estoy sangrando- intento tranquilizarla acariciando sus brazos.

- ¡Sí, en la mejilla!- sigue gritando con los ojos aguados.- ¡La tienes roja!

- ¿Qué pasa?¿Estáis bien?- la puerta se abre de golpe dejando ver a Ulises, el cual parece preocupado.

- Se peta antes de entrar, sabes- le riño ya que estoy tan solo con el camisón de dormir, el cual ahora me parece demasiado corto.

- ¡Ayúdala, está sangrando!- le pide nerviosa la rubia.

- Val, estoy bien, no me duele- le repito obligándola a mirarme.- Respira- con mis manos agarro las suyas y las pongo en mi pecho, para que pueda sentir mi respiración calmada.- Así- bajo mi voz.- Inspira y expira. Estoy bien, ha sido un rasguño, ¿vale?- ella asiente y se tira a abrazarme.

- ¿Dónde tienes el botiquín?- me pregunta el moreno acercándose a nosotras.

- En el baño- él va a buscarlo.- Porqué no vas a tu camarote y te vistes, ¿eh?- ella se separa.- Ahora voy yo- le aseguro.

- ¿Y si se vuelve a mover el barco?

- No lo hará, solo fue una ola, ahora voy yo- finalmente asiente y se va.

El barcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora