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El cielo estaba encapotado, reflejando perfectamente el estado de ánimo de todos los presentes. Hoy era el funeral de Harry Clearwater, un hombre querido por todos en la comunidad. Jake había regresado dos días después del incidente con Paul y los Cullen, pero no sabía nada de Seth ni de Leah desde entonces.

Mi padre y Charlie Swan estaban al frente, liderando el grupo, como era de esperarse de sus mejores amigos. Los chicos de la manada estaban en las primeras filas, y yo me encontraba un poco más atrás, casi al final, observando en silencio. Todos vestíamos de negro, como un símbolo de luto compartido.

Con el tiempo, había aprendido más sobre mis "dones". Podía sentir la presencia de las personas a mi alrededor, incluso si no las veía directamente. Y en ese momento, sentía claramente la presencia de Seth y Leah, aunque sabía que no estaban allí físicamente. Algo no encajaba, así que empecé a mirar en todas direcciones hasta que finalmente lo vi.

Me levanté con la intención de acercarme a Seth, tratando de no llamar la atención. Sin embargo, sabía que no tenía muchas posibilidades de pasar desapercibida con todos estos lobos alrededor. Apenas di tres pasos antes de que Paul ya estuviera a mi lado, tomándome del brazo y obligándome a sentarme de nuevo. Sin decir una palabra, él también se sentó a mi lado, su postura tensa.

—¿Por qué no puedo ver a mi amigo? —le susurré con enojo, intentando no atraer miradas.

—Se transformó hace un par de días, Katherine —respondió en un tono bajo, como el mío—. Está muy volátil.

Rodé los ojos, irritada por la situación y por la constante sensación de que siempre se me ocultaba algo importante.

—Otra vez lo mismo —murmuré, con frustración evidente. Me levanté de nuevo, decidida, pero Paul volvió a sujetarme del brazo—. Me voy a casa, Paul. Suéltame o voy a gritar.

—No vas a ir sola —respondió él, esta vez con un tono que dejaba ver que su paciencia se estaba agotando.

Antes de que pudiera responder, escuchamos la voz firme de Sam.

—Quill —ordenó, con la autoridad que siempre lo caracterizaba—, acompáñala a casa.

—Claro —respondió Quill, con su habitual calma y ese tono reconfortante que siempre hacía sentir que todo estaba bien.

Me volví hacia Quill y le dirigí una mirada de agradecimiento.

—Voy a despedirme de mi padre y nos vamos —le avisé antes de girarme hacia donde estaba mi padre.

Paul, aún molesto, no pudo evitar seguirme con la mirada mientras me abría paso, rozando su hombro al pasar, como un último acto de desafío. Escuché un gruñido bajo proveniente de él, lo que solo me hizo sonreír con un toque de satisfacción.

Cuando llegué junto a mi padre, le toqué suavemente la espalda. Se giró para mirarme, con una expresión de preocupación en su rostro.

—¿Qué sucede, linda? —preguntó, su voz baja y llena de preocupación.

—Me voy a casa, necesito descansar un poco —respondí, esforzándome por esbozar una sonrisa para tranquilizarlo.

—Está bien —dijo, pero antes de que pudiera irme, me tomó del brazo con suavidad—. ¿Quién te va a acompañar?

—Quill —contesté, mostrando una sonrisa tranquilizadora.

Mi padre asintió, visiblemente aliviado, y me dejó ir. Caminé de regreso hacia Quill, quien me esperaba con paciencia. Él siempre había sido un gran amigo, alguien tranquilo que nunca me molestaba ni insistía si no quería hablar de algo. Su presencia era reconfortante, y en ese momento, me alegré de que fuera él quien me acompañara a casa.

MOON | • Paul Lahote • Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora