MOON | • Paul Lahote • Jasper Hale

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El viento frío de La Push acariciaba mi rostro con una insistencia helada, pero no lograba enfriar el torbellino de emociones que bullía en mi interior. Desde el encuentro con Irina, esa vampira que había puesto mi mundo patas arriba, todo parecía estar desmoronándose lentamente. La vida que alguna vez había conocido se tambaleaba, y yo, atrapada en medio del caos, no lograba encontrar un respiro.

Paul había cambiado, eso lo notaba con cada encuentro fugaz. Ya no me hablaba con la misma arrogancia de antes; su tono había perdido ese filo mordaz, pero en su lugar había surgido algo más inquietante. Su silencio. La presencia constante, pero callada, de Paul en mi vida era un enigma que no lograba descifrar. Algo en sus ojos, en la forma en que me miraba cuando pensaba que no lo veía, me recordaba que estábamos lejos de ser simples conocidos. Y luego estaba Jasper... No podía evitar que mi pecho se apretara solo de pensar en él. Algo en mí se agitaba cada vez que su nombre cruzaba mi mente. No entendía qué era, pero la sensación me perseguía como una sombra, una mezcla de temor y anhelo.

El rugido de las olas abajo parecía resonar con mi propio caos. Caminé hacia el borde del acantilado, buscando la soledad, necesitando el espacio para pensar, aunque fuera por un momento. El aire salado llenaba mis pulmones, pero no lograba calmar mi agitación interna. Sabía que no estaba sola. Podía sentir la mirada de Paul sobre mí, una constante que ya había aprendido a identificar sin siquiera tener que buscarlo con la vista. Siempre estaba cerca, asegurándose de que no desapareciera, como si yo fuera una pieza vital en su mundo, pero nunca lo admitía.

—¿Qué quieres? —murmuré al aire, mis palabras llevadas por el viento que azotaba el acantilado. No necesitaba mirarlo para saber que estaba ahí, observándome desde las sombras como siempre lo hacía.

Los pasos pesados de Paul resonaron detrás de mí, acercándose con una seguridad que siempre le había envidiado. Sentí el calor que irradiaba de su cuerpo antes de que estuviera lo suficientemente cerca. Incluso con la brisa gélida que envolvía la costa, la calidez que emanaba de él era inconfundible, envolviéndome como una hoguera en medio del invierno. Ese contraste entre nosotros siempre me había descolocado, como si él perteneciera a un mundo completamente diferente, uno donde el frío no podía alcanzarlo.

—Tenemos que hablar —dijo Paul, su voz grave y ronca, pero con una vulnerabilidad que no esperaba. No la había escuchado en él antes. Sus palabras estaban cargadas de una emoción que intentaba, sin éxito, esconder.

Me giré lentamente, mis ojos encontrándose con los suyos, oscuros y llenos de algo que no podía descifrar del todo. Paul siempre había sido un misterio para mí, pero en ese momento, parecía que estaba dejando caer, aunque fuera por un segundo, la máscara que solía usar. Una chispa de frustración danzaba en su mirada.

—¿Hablar de qué, Paul? —dije con una mezcla de desafío y confusión. La distancia que había surgido entre nosotros se sentía más pesada que nunca, y no entendía del todo por qué.

Paul apretó la mandíbula, claramente luchando por encontrar las palabras adecuadas. Su mirada penetrante se mantuvo fija en mí, como si intentara desenterrar las respuestas que ni yo misma poseía.

—De esto —gesticuló entre nosotros, sus manos haciendo un movimiento desesperado en el aire. Su frustración era palpable. — De todo esto. De lo que está pasando. Sé que lo sientes también. No puedes negarlo, Katherine.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Claro que lo sentía, pero admitirlo en voz alta era algo completamente distinto. Me mantuve en silencio, incapaz de formular una respuesta que no complicara las cosas aún más. ¿Cómo poner en palabras lo que ni siquiera entendía completamente?