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Paul
El aire frío de la mañana me despertó antes que el maldito despertador. Estaba demasiado inquieto para quedarme en la cama. Me levanté de golpe, con el cuerpo tenso, como si llevara días sin dormir, aunque sabía que el sueño no me alcanzaría pronto. No últimamente, no con Katherine ocupando cada maldito rincón de mi cabeza.

Caminé hacia la ventana de mi habitación y observé el cielo nublado, con las primeras luces del amanecer asomando entre las montañas. Era otro día más en La Push, pero algo dentro de mí estaba diferente. Sentía ese nudo constante en el estómago, una mezcla de frustración, deseo y rabia que no lograba sacarme de encima.

Lo peor era que no tenía un buen motivo. Nada había cambiado realmente, ¿cierto? Katherine seguía siendo la misma chica testaruda, metiéndose en problemas y provocándome con cada palabra que decía. Pero algo en ella, algo que no lograba entender, me tenía completamente descolocado.

Me pasé una mano por el cabello, frustrado. No podía seguir así. No podía seguir pensando en ella de esa manera, con esos malditos sueños que aparecían noche tras noche, haciéndome sentir como si estuviera perdiendo el control de todo. No era el tipo de hombre que se dejaba llevar por tonterías como esas, y sin embargo, ahí estaba, recordando cada maldito detalle de esos sueños.

El último había sido el peor.

En ese maldito sueño, estaba con ella, más cerca de lo que nunca había estado en la realidad. Pude sentir sus labios en los míos, cálidos, suaves, como si todo en el mundo se detuviera en ese preciso instante. Mis manos se movían por su espalda, atrayéndola más cerca, queriendo más de ella, necesitando más de lo que ella me ofrecía.

—Me vuelves loco, Kath —le susurré, mi voz ronca, como si esas palabras fueran lo único que me quedaba por decir en la vida.

Sus ojos se cerraron, y sentí cómo su respiración se mezclaba con la mía. Pero justo cuando pensaba que la tenía, que esa sensación de deseo y pertenencia era real, todo se desvanecía, dejándome solo en la oscuridad. Me despertaba con el corazón acelerado, el cuerpo tenso, y las manos vacías.

Todo lo que quedaba eran susurros que no tenían sentido, y un maldito vacío en mi pecho.

Salí de la habitación y bajé al primer piso, esperando que un poco de aire fresco lograra calmar la tormenta que se desataba en mi interior. Pero incluso mientras caminaba por el porche de la casa, sentía la misma opresión en el pecho. Sabía que debía alejarme, que debía poner distancia entre nosotros, pero cada vez que lo intentaba, era como si una parte de mí se resistiera. Como si mi cuerpo y mi mente estuvieran en guerra constante.

Me apoyé contra la barandilla, mirando hacia la playa, donde las olas rompían suavemente contra la orilla. El sonido solía calmarme, pero hoy no tenía el mismo efecto. Hoy todo me irritaba, y no podía dejar de preguntarme qué demonios iba a hacer con lo que sentía por Katherine. Porque sabía, aunque no quisiera admitirlo, que esto iba más allá de lo que estaba dispuesto a aceptar.

No se trataba solo de celos cuando la veía con ese idiota de Nathaniel, ni de frustración cuando ella me ignoraba. No, esto era algo más profundo, algo que me estaba desmoronando desde dentro.

Y lo peor de todo era que no sabía cómo detenerlo.

Jasper
Me movía entre las sombras del bosque, el suave sonido del viento y las hojas siendo mi única compañía mientras trataba de poner en orden mis pensamientos. A lo lejos, podía escuchar los latidos de los animales salvajes, pero ninguno de ellos captaba mi atención.

No cuando mi mente estaba tan... ocupada. Inquieta.

El rostro de Katherine aparecía en mi cabeza cada vez que cerraba los ojos, una imagen que se negaba a desvanecerse por más que lo intentara. Y créeme, lo había intentado. La conexión que sentía con ella era desconcertante, incluso para mí, un vampiro que había visto y sentido más de lo que cualquier otro ser podría imaginar. Pero esto... esto era diferente.

Había algo en ella que me atraía, algo que no lograba comprender. Cada vez que la veía, su presencia me envolvía, llenándome de una calma inexplicable. Una calma que no debería sentir. No era normal que alguien como yo, con todo el caos que llevaba dentro, pudiera encontrar paz en una simple humana. Era casi irónico.

Y, sin embargo, sabía que lo que sentía no era simplemente por su sangre, aunque su aroma ciertamente tenía un efecto perturbador. No, lo que me unía a ella era algo más profundo, algo que ni siquiera Alice podía explicarme. Cada vez que estaba cerca, algo en mí se agitaba, algo que había permanecido dormido durante mucho tiempo.

Era como si ella desatara lo mejor y lo peor de mí al mismo tiempo.

Di un paso más dentro del claro, dejando que el viento me golpeara la cara. No debía acercarme a Katherine, lo sabía. No era justo para ella. No era justo para nadie, ni siquiera para mí. Pero entonces, ¿por qué no podía dejarla ir? ¿Por qué cada vez que pensaba en ella, una sensación de vacío me envolvía, como si la distancia entre nosotros fuera una tortura más grande que cualquier batalla que hubiera enfrentado en mi vida?

Había visto a Paul. Lo había visto mirarla de la misma manera en que yo lo hacía, con esa intensidad que sólo alguien que está perdiendo el control podría entender. No me sorprendía que Paul la deseara; Katherine era fuerte, decidida, y tenía ese fuego interno que la hacía única. Pero lo que me sorprendía era la forma en que me importaba. No podía permitir que se interpusiera entre nosotros. No podía permitir que la alejara de mí.

Porque, por mucho que lo negara, sabía que la quería cerca. Demasiado cerca.

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Hola!! Este capítulo es más corto porque quise mostrar un poco la perspectiva de Jasper y Paul. Espero que de todos modos les guste. Chauu!!

MOON | • Paul Lahote • Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora