La situación, que al principio parecía un simple contratiempo, empezó a volverse más surrealista. Subíamos la cuesta, con el aire fresco y cortante en nuestros rostros. La pendiente se volvía cada vez más empinada y el entorno, más sombrío. Los faroles que iluminaban el camino apenas emitían luz, lanzando sombras largas y siniestras que se alargaban con cada paso que dábamos.
–¿Por qué se va hacia arriba? –murmuró Ah-yi, con una mezcla de frustración y desconcierto.
Yo tampoco lo entendía, pero la determinación de Ah-yi me mantenía en movimiento. A medida que subíamos, el silencio se hacía más profundo, interrumpido solo por nuestros pasos y el susurro del viento. No había muchas casas en esta parte de la ciudad, algunas dispersas a lo lejos, dejando la mayor parte del terreno a merced de la naturaleza y la oscuridad. El billete seguía flotando más arriba, como si nos guiara hacia un destino desconocido.
Finalmente, llegamos a la cima, con Ah-yi jadeando por el esfuerzo. Justo cuando el billete parecía haberse detenido, se abalanzó hacia él, pero el billete voló nuevamente y ella cayó al suelo. Mi corazón dio un vuelco y me apresuré a ayudarla a levantarse. Mientras la sujetaba, noté que sus medias estaban rotas, deshilachadas en varios lugares. La tristeza y la preocupación me invadieron. Sabía que cada pequeño gasto podía ser un gran problema para alguien en su situación, y esas medias rotas probablemente significarían otro dolor de cabeza para ella.
–¿Estás bien?
Ah-yi asintió, aunque su expresión mostraba una mezcla de cansancio y frustración. Antes de que pudiera decir nada más, sentí un leve toque en mi hombro. La miré y vi que me señalaba algo.
–Eun-yeong, mira... –dijo con un tono que mezclaba asombro y temor.
Levanté la vista y lo que vi me dejó sin palabras. Frente a nosotras, envuelto en la penumbra de la noche, se encontraba el Parque de diversiones abandonado. Su estructura, una vez vibrante y llena de vida, ahora se alzaba como un esqueleto olvidado, atrapado en el tiempo. Las montañas rusas oxidadas se perfilaban contra el cielo oscuro, mientras que los juegos mecánicos parecían fantasmas de un pasado lejano. La entrada principal estaba apenas iluminada por un farol roto, cuya luz parpadeaba de forma intermitente.
La puerta del parque estaba abierta, colgando de una bisagra oxidada, como si estuviera esperando nuestra llegada. El aire alrededor era pesado, cargado con el peso de los recuerdos y el abandono.
–¿Vamos a entrar? –preguntó Ah-yi, su voz temblando ligeramente mientras miraba el parque con una mezcla de curiosidad y miedo.
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Los recuerdos de Ha-yoon comenzaron a inundar mi mente sin previo aviso. Las imágenes de aquel día fatídico, de su ilusión por ver al mago, del accidente... todo se mezclaba en mi cabeza. Sentí que mi corazón se encogía, el peso de ese lugar y lo que representaba era demasiado para soportar. El parque no solo estaba abandonado, estaba impregnado de una tristeza profunda que resonaba con la mía propia.
–No sé si deberíamos... –murmuré sintiendo que mi voz se quebraba–. Este lugar... no parece seguro. Y la oscuridad...
Ah-yi me miró, sus ojos reflejando la misma mezcla de miedo e incertidumbre que sentía yo. Pero también había algo más, una especie de necesidad, de encontrar algo, aunque no supiera exactamente qué. Sentí un nudo en el estómago, un conflicto interno entre el deseo de protegerla y el miedo paralizante que me asfixiaba.
–Solo un momento, Eun-yeong... –susurró Ah-yi, con una voz que transmitía más de lo que las palabras podían expresar–. Necesito ese billete. Y... no quiero hacerlo sola.
Mi mente era un torbellino de emociones, cada pensamiento luchando por imponerse sobre el otro. ¿Podía realmente enfrentar este lugar, con todo lo que representaba, por una chica que acababa de conocer? Pero no podía dejar que Ah-yi se enfrentara a esto sola. Algo dentro de mí me decía que debía estar allí para ella, para asegurarme de que no se lastimara nuevamente.
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Angel [The Sound Of Magic]
Фанфик❀ A N N A R A S U M A N A R A ❀ Desde la muerte de su hermano, Eun-yeong siente que no tiene nada más en la vida. Sus padres le echan la culpa de lo sucedido, sus profesores le exigen demasiado y, por si fuera poco, un hombre aparece por arte de mag...