❀ CAPÍTULO 6 ❀

52 5 0
                                    

Había pasado media semana desde que el señor Kim desapareció sin dejar rastro. La tienda de conveniencia donde trabajaba había cerrado y, aunque nadie hablaba abiertamente de ello, todos sabían que algo extraño había sucedido. Las miradas curiosas y los susurros en las esquinas me hacían sentir como si un peso enorme se hubiera instalado sobre mis hombros. Pero, por alguna razón, también sentía una extraña sensación de alivio, como si un peligro invisible hubiera desaparecido de mi vida.

Por suerte, no tuve que quedarme mucho sin trabajo. Una tienda de ropa local estaba dispuesta a darme una oportunidad. El horario era casi el mismo, lo que era un alivio porque no podía permitirme perder ni un solo día de trabajo, pero el sueldo era bastante menor, un poco más de la mitad de lo que ganaba antes en Nice ON. Aun así, no me quejé. Acepté la oferta sin pensarlo dos veces. Algo era mejor que nada, y en este momento, cualquier ingreso era vital.

Debido a la diferencia en el sueldo, me ofrecí para trabajar horas extra siempre que fuera posible, con la esperanza de compensar un poco la pérdida. Pero esas horas extra significaban que apenas tenía tiempo para mí misma, y mucho menos para ver a Ri-eul. Desde aquella noche en que cenamos juntos, no había vuelto al parque ni lo había visto en ningún lugar. De vez en cuando, su rostro cruzaba mi mente, y me preguntaba si estaría bien o si, tal vez, simplemente había desaparecido como lo hizo el señor Kim.

No solo estaba agotada por el trabajo, sino también por las clases que, sumadas a los trabajos escolares, se volvían cada vez más difíciles. Estaban diseñados para prepararnos para entrar a una buena universidad, y la presión era inmensa. Cada día, sentía que el peso de las expectativas de todos los que me rodeaban se hacía más y más grande. Mis profesores, e incluso yo misma, todos esperábamos que hiciera más, que me esforzara más. A veces, sentía que no era suficiente, que todo el esfuerzo que estaba haciendo apenas servía para mantenerme al día, y me preguntaba si realmente podría soportar la presión.

La rutina de trabajo y estudio me mantenía ocupada, pero también me sentía más exhausta que nunca. Trabajar en una tienda de ropa era diferente a la tienda de conveniencia: había más interacción con los clientes, más sonrisas forzadas y más esfuerzo por mantener una apariencia amigable. Pero, por dentro, solo podía pensar en cómo llegar a fin de mes, y en cómo cada día parecía ser una lucha constante para mantenerme a flote.

La noche caía cuando finalmente salí del trabajo, mis pies doloridos y mi mente nublada por el cansancio. Caminé a casa con la vista fija en el suelo, perdida en mis pensamientos. Quizás era mejor así, mantenerme ocupada, evitar pensar en todo lo que había pasado y en lo que podría haber pasado si Ri-eul no hubiera aparecido esa noche. Pero a medida que avanzaba, no podía sacudir la sensación de que algo estaba incompleto, como si una parte de mí estuviera esperando algo, o a alguien.

Al llegar a casa, me desplomé en la cama sin siquiera cambiarme. Las sombras de la habitación parecían moverse con la luz tenue que entraba por la ventana, y cerré los ojos, tratando de relajarme.

Pasaron las horas y el sueño no llegaba. Me retorcí en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda que aliviara el cansancio acumulado, pero mi mente no dejaba de divagar. Finalmente, resignada a mi insomnio, decidí que un vaso de agua podría ayudarme a relajarme. Me levanté, el frío del suelo se colaba a través de mis calcetines, y caminé hasta la cocina. El silencio de la casa era profundo, solo roto por el tenue goteo del grifo y el ocasional crujido del suelo bajo mis pies. La tranquilidad de la noche estaba en contraste con el ruido constante de mis pensamientos.

Después de beber un poco de agua, me dirigí de regreso a mi habitación. A medida que avanzaba por el pasillo oscuro, un susurro de viento frío me hizo estremecer. Al llegar a la puerta de mi habitación, me detuve en seco. Allí, posada en la manilla de la puerta, estaba la mariposa azul. La misma que me había guiado hasta el parque de diversiones y, en un sentido más amplio, a Ri-eul. Mis ojos se abrieron de par en par. Me preguntaba cómo había logrado entrar en la casa, ya que las ventanas estaban cerradas y las puertas estaban bien aseguradas. Y luego, en una especie de deslizamiento mental, pensé en todo lo que había aprendido sobre magia y lo que aún no entendía. Si un mago podía hacer desaparecer a alguien o convertir objetos, entonces, ¿por qué no podría una mariposa tener habilidades especiales?

Angel [The Sound Of Magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora