❀ CAPÍTULO 8 ❀

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Salimos del instituto y, mientras caminábamos hacia el parque de diversiones, podía sentir la tensión en el aire. Ah-yi caminaba al frente, decidida, y yo la seguía, aunque mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Cuando finalmente llegamos a la entrada del parque, nos detuvimos. El lugar, normalmente silencioso, parecía aún más misterioso. El viento susurraba entre los árboles y las luces del parque, apagadas durante el día, hacían que todo se sintiera desolado. Me invadió una sensación de inquietud, como si estuviéramos a punto de abrir una puerta a un mundo desconocido y peligroso.

Miré a Ah-yi, que respiró hondo y se giró hacia mí, con su rostro decidido. Sabía que no había marcha atrás. Las respuestas que necesitábamos estaban más cerca de lo que nunca antes habían estado, pero con ellas también llegaban los miedos, las dudas, y la incertidumbre de lo que descubriríamos.

–¿Estás lista? –me preguntó Ah-yi, aunque en su voz no había más que convicción.

Yo asentí, intentando calmar el torbellino de emociones que se agitaban dentro de mí. No sabía si estaba realmente lista, pero tenía que hacerlo. No podía seguir viviendo con la incertidumbre, con esa mezcla de sentimientos que Ri-eul despertaba en mí. Ah-yi asintió de vuelta y, con eso, comenzamos a caminar hacia la Casa del Mago, con la promesa de respuestas a solo unos pasos de distancia.

Ya en el interior, Ah-yi observó cada rincón con una expresión de cautela, como si esperara que algo extraño surgiera de cualquier esquina. Mientras avanzábamos, una voz que parecía estar repitiendo lo que decíamos nos llamó la atención. La voz era distorsionada, como un eco distante. Nos miramos entre nosotras, intentando encontrar la fuente del sonido.

Siguiendo la voz, nos dirigimos a una sala que me resultaba familiar. Al cruzar la puerta, mis ojos se posaron en Bella, la majestuosa lora de Ri-eul, que permanecía en su jaula, tan radiante como siempre. Sentí una especie de alivio al verla, como si su presencia confirmara que todo seguía siendo normal, al menos en parte.

Me acerqué a Bella y, con suavidad, acaricié su plumaje. Pero, en lugar de los sonidos tranquilos que solía emitir, comenzó a decir cosas que hicieron que el ambiente se tornara incómodo. "El jefe es un cabrón", repitió con claridad, su voz imitando perfectamente la entonación de alguien más. "Ese cabrón ha desaparecido", continuó, sus palabras resonando en la sala como una burla macabra. "El cabrón del jefe ha desaparecido", concluyó, con la misma naturalidad con la que habría repetido cualquier otra frase inofensiva.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Ah-yi, que se había quedado a unos pasos de distancia, se tensó. Ambas intercambiamos una mirada cargada de incertidumbre y preocupación. La voz de Bella, repitiendo esas palabras con tanta soltura, nos dejó una sensación de incomodidad que no podíamos ignorar.

No podía dejar de pensar en lo que acababa de escuchar. Un loro solo podía repetir lo que había oído a su alrededor. ¿Era posible que Ri-eul, el chico misterioso pero dulce que había conocido, fuera capaz de decir algo así? La idea se me antojaba absurda, pero la evidencia estaba justo delante de mí, en la figura inocente de Bella.

–Quizá deberíamos irnos –sugirió Ah-yi, su voz más baja de lo habitual, como si temiera que Bella pudiera captar lo que estaba diciendo.

Asentí, sintiendo que la incomodidad aumentaba con cada segundo que pasábamos en esa sala. Aunque me esforzaba por encontrar una explicación racional, mi mente seguía enredada en esas palabras, en las implicaciones que tenían.

Nos alejamos de Bella, intentando mantener la calma. Pero algo había cambiado. El ambiente del lugar, que antes había sentido como una mezcla de misterio y calidez, ahora se sentía más oscuro, más amenazante. Tal vez Ri-eul no era quien yo creía, o tal vez había aspectos de él que aún no conocía, aspectos que podrían cambiarlo todo.

Angel [The Sound Of Magic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora