Expectativas

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Hoy era el día que al fin Asmodeus iba a conocer a Fizzarolli en persona, no estaba nervioso se sentía ¿sereno? Después de todo, no se trataba de un encuentro importante; Fizzarolli era, en esencia, un simple imp, un bufón cuya personalidad chispeante y habilidades acrobáticas habían captado la atención de muchos, pero que no dejaba de ser una marioneta en manos de Mammon. Él sabía muy bien que detrás de cada espectáculo deslumbrante de Fizzarolli estaba la sombra del avaro demonio, tirando de las cuerdas. ¿Qué podía salir mal, entonces? Era un espectáculo más, una atracción temporal para entretener a los insaciables visitantes de su club. Pero, a pesar de su aparente despreocupación, Asmodeus no podía evitar considerar las consecuencias de un posible fracaso. Si algo salía mal, no solo la reputación de Fizzarolli estaría en juego también  la imagen de su club, un templo de la lujuria y la decadencia, también se vería afectada. El club no era solo un lugar de entretenimiento; era una extensión de su poder, un reflejo de su dominio sobre el pecado que representaba. Un paso en falso, una mala elección de presentador, y ese delicado equilibrio podría verse comprometido, luego estaba su propia reputación, construida con esmero y sostenida por una meticulosa atención a los detalles. Dejar que un cualquiera ocupara el lugar central en su escenario era un riesgo que no podía permitirse tomar a la ligera.

Sin embargo, había algo en Fizzarolli que había captado su interés desde el principio. A pesar de ser un bufón controlado, el imp irradiaba un carisma innegable, una energía casi magnética que parecía capturar la atención de todos a su alrededor. Había visto grabaciones de sus actuaciones, cada una más audaz y provocadora que la anterior. Fizzarolli tenía la habilidad de combinar la chispa del humor con un poco de coquetería, creando una mezcla que Asmodeus no podía ignorar. "Tal vez", pensó, "esta combinación es lo que mi club necesita en este momento" Fizzarolli podría ser la chispa que encendiera algo nuevo, algo inesperado, algo que rompiera la rutina y sorprendiera incluso a los demonios más insensibles que frecuentaban su club.

Con esa idea en mente, Asmodeus dejó que una sonrisa ligera se formara en sus labios. Este día, que al principio parecía insignificante, estaba empezando a mostrarse interesante. Quizás, después de todo, conocer a Fizzarolli en persona no sería solo un trámite más. Tal vez, solo tal vez, este bufón tenía algo más que ofrecer. Y si no lo tenía, Asmodeus estaba seguro de que sabría cómo manejar la situación.

Después de todo, nada escapaba a su control. ¿Verdad?

—Hoy va ir el nuevo presentador al club ¿verdad?—dijo aquella súcuba que se encontraba aún en la cama.

—Si pero solo será una semana y eso si llega—respondió el pecado poniéndose su bata.

—Bueno lo busque en internet y no es la gran cosa, no puedo creer que saques a Hen por él y lo has visto?  no le pararía nadie.

—No es solo cuestión de apariencia, querida. Hen ya tuvo su momento, y aunque sea un clásico, el público busca algo nuevo—respondió Asmodeus, ajustando el cinturón de su bata con un gesto despreocupado.

La súcuba, aún en la cama, lo observaba con una mezcla de incredulidad y curiosidad. Había conocido a Asmodeus lo suficiente como para saber que, detrás de su fachada confiada, siempre había una estrategia calculada, era un maldito pecado inteligente.

—Pero ¿por qué él?—insistió ella, con una mueca de desdén—. Fizzarolli parece... impredecible y eso no siempre es bueno para los negocios.

—Es exactamente lo que necesito ahora—Asmodeus sonrió, caminando hacia el espejo mientras se acomodaba su bella melena—. Impredecible, sí, pero con la chispa adecuada. Mammon lo controla, es cierto, pero Fizzarolli tiene esa energía que creo necesita Ozzie's. Además, ya he tomado medidas por si algo sale mal, todo está bajo control.

"𝐃𝐞𝐚𝐫 𝐎𝐳𝐳𝐢𝐞..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora