Capítulo 1: El Juego del Encantador

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El calor infernal era una constante en el Infierno, un lugar donde la monotonía y el aburrimiento a menudo se confundían con el caos. Lucifer Morningstar, el señor del Infierno, se encontraba sentado en su lujosa sala de estar, observando distraído las almas que pasaban por el trono. El aburrimiento se reflejaba en cada línea de su rostro, y el brillo en sus ojos parecía apagado. Las eternas rutinas y las discusiones interminables entre demonios habían reducido su interés en las trivialidades de su reino.

"¿Otra alma más que se lamenta de su destino eterno? Qué aburrido," murmuró Lucifer, lanzando un suspiro despectivo. Se recostó en su trono, girando lentamente la copa de vino en sus manos mientras contemplaba la escena infernal que se desplegaba ante él.

Era en estos momentos de desgana cuando Lucifer buscaba nuevas formas de entretenimiento. Los juegos con las almas condenadas se habían convertido en su pasatiempo predilecto, una manera de aliviar el tedio que lo consumía. Sin embargo, últimamente, incluso esto había comenzado a perder su encanto.

"Quizás necesito algo... diferente," pensó para sí mismo, frotándose el mentón con una expresión pensativa. Un pensamiento repentino cruzó por su mente, y sus ojos se iluminaron con una chispa de curiosidad. "Sí, algo diferente."

En otro rincón del Infierno, Ángel Dust, el alma rebelde y carismática, estaba ocupado con su rutina habitual. El apartamento barato que ocupaba estaba decorado con un estilo extravagante que reflejaba su personalidad desafiadora. Fat Nuggets, su fiel mascota, se acurrucaba en un rincón, mientras Ángel se preparaba para una noche más de espectáculos y prostitución.

El sonido de la puerta principal se abrió, y Ángel se levantó con una sonrisa pícara en su rostro. "¿Quién será esta vez? ¿Otro cliente dispuesto a gastar un poco de dinero en entretenimiento infernal?"

Abrió la puerta y se encontró con una caja elegantemente decorada, rebosante de manzanas caramelizadas. Todo se veía tan... ¡lindo! Las manzanas brillaban bajo la tenue luz, el caramelo reflejando destellos rojos y dorados que hacían que sus ojos se entrecerraran con un toque de fascinación. Ángel, por un momento, se vio encantado por aquel detalle tan aparentemente inocente. Sin embargo, de inmediato pisó con fuerza la realidad, frunciendo el ceño y murmurando con desdén:

—Tal vez sea un patético pervertido...

Si tan solo supiera que esas manzanas no eran más que un producto de Lucifer, el mismísimo encantador del infierno, quien sabía perfectamente cómo envolver lo peligroso en un halo tentador.

El infierno a su alrededor parecía casi animado en comparación con el ambiente sombrío del reino de Lucifer. Los eventos y fiestas que organizaba siempre parecían estar llenos de acción, aunque nunca de la calidad que Ángel realmente deseaba. Su fama en el Infierno era conocida, pero la realidad de su vida cotidiana era mucho menos glamorosa.

Esa noche, Lucifer decidió visitar los rincones más oscuros del Infierno para encontrar algo que lo entretuviera. Su búsqueda lo llevó a una lujosa sala de espectáculos donde Ángel Dust estaba actuando para una audiencia igualmente oscura y decadente. Lucifer observó desde un rincón sombreado, intrigado por la energía y el carisma de Ángel.

Cuando la actuación terminó y Ángel comenzó a recoger su dinero, Lucifer se acercó con pasos elegantes. La mirada de Ángel se posó sobre él, y su expresión cambió a una mezcla de curiosidad y desafío.

"Así que tú eres el famoso Ángel Dust," dijo Lucifer, con una sonrisa que mostraba tanto interés como desdén. "He oído mucho sobre ti."

Ángel lo miró de arriba abajo, su actitud audaz no flaqueando ante la presencia imponente de Lucifer. "¿Y tú quién eres? ¿Otro demonio aburrido buscando algo de entretenimiento? Pues bienvenido a la fiesta, pero no esperes mucho de mí."

Lucifer soltó una risa suave y entretenida. "No soy un simple espectador, querido Ángel. Soy Lucifer Morningstar. Y estoy en busca de algo... diferente. Algo que pueda romper con la rutina."

Ángel arqueó una ceja, intrigado por el desafío implícito en las palabras de Lucifer. "¿Diferente? Bueno, parece que te has metido en el lugar adecuado. Aunque, debo advertirte, mi entretenimiento no siempre es lo que parece."

"Eso es exactamente lo que me atrae," respondió Lucifer, acercándose un poco más. "Estoy cansado de las mismas viejas historias y de las almas que se conforman con su destino. Quiero algo que me desafíe, que me intrigue. Y tú, Ángel, pareces ser el candidato perfecto."

Ángel se encogió de hombros, tratando de ocultar su creciente curiosidad. "¿Y qué esperas obtener de mí? ¿Una exhibición más o algo realmente interesante?"

Lucifer se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada fija en los ojos de Ángel. "Un juego. Un desafío. Y quizás, si te comportas bien, descubrirás que este juego puede llevarte a un lugar donde la rutina y el aburrimiento no tienen cabida."

La propuesta de Lucifer estaba cargada de un matiz que Ángel no podía ignorar. Su naturaleza rebelde y su deseo de escapar del tedio de su vida infernal despertaron algo en él. "¿Un juego? Bueno, si eso es lo que quieres, entonces quizás estoy dispuesto a jugar. Pero no prometo seguir las reglas que tú esperas."

"Perfecto," dijo Lucifer con una sonrisa satisfecha. "Entonces, déjame mostrarte cómo se juega el verdadero juego en el Infierno."

Y así, con una mezcla de desafío y curiosidad, Ángel Dust aceptó el desafío de Lucifer. Lo que comenzó como una simple distracción para el señor del Infierno se transformó en un juego complejo y cargado de emociones que pondría a prueba no solo sus habilidades, sino también sus corazones. En las profundidades del Infierno, el aburrimiento de Lucifer estaba a punto de ser reemplazado por una fascinante y peligrosa conexión.

El Encantador del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora