Capítulo 4: Donde Sepultas Tus Secretos

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"Este capítulo está inspirado en la canción 'Harpy Hare'. La puse para que la escuchen y puedan entenderla. Pongámosle que, en este universo, es la canción de cuna de todos los nacidos en el infierno. ¡Disfruten!  (^▽^)"

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La noche en el Infierno tenía un aire diferente, cargado de promesas rotas y recuerdos enterrados. Lucifer, de pie en lo alto de la torre más alta del Hazbin Hotel, observaba las sombras moverse bajo el resplandor de las luces. Cada rincón del hotel parecía un eco de los pasados conflictos, los juegos de poder y las emociones que había intentado controlar, fallando una y otra vez. La canción que sonaba en su mente, el lamento de la "Harpy Hare", resonaba con las preguntas que él mismo no podía responder.

El reloj del destino, una pieza antigua y misteriosa en la pared de la oficina de Lucifer, marcaba las horas con un ritmo constante e implacable.

Cada tic-tac parecía un recordatorio de la inevitable marcha del tiempo y de las almas que habían sido atrapadas en su juego. Lucifer, abrumado por el peso de sus decisiones, sabía que debía intentar arreglar las cosas. Pero el destino, como el juego de almas en el que estaba inmerso, no podía ser manipulado tan fácilmente.

Stolas y Asmodeus observaban el reloj desde un rincón sombrío de la habitación. Stolas, con sus ojos de búho reflejando sabiduría y dolor, se mantenía en silencio, recordando a su propio amante, Blitzo. Las palabras de la canción "Harpy Hare" resonaban en su mente, recordándole las veces que había intentado proteger a su amado y las veces que había fallado. Los recuerdos eran un peso que Stolas llevaba con resignación.

Asmodeus, por otro lado, sonrió con desdén, observando cómo la aguja del reloj marcaba la próxima hora.

—Míralo, Stolas, tratando de jugar a ser el salvador de un alma perdida. —La risa de Asmodeus era aguda y sarcástica—. ¿Qué ha sido del poderoso Lucifer, enredado en asuntos de corazón? Si sigue así, pronto perderá lo que le queda de respeto entre los otros demonios.

Stolas mantuvo su silencio, pero su mirada se oscureció. La burla de Asmodeus le parecía irrelevante; él entendía el dolor de Lucifer más de lo que le gustaría admitir. Sabía que cada intento de proteger a una sola alma, aunque fuera tan condenada como Ángel Dust, era un reflejo de la propia redención que Lucifer buscaba en secreto.

—¿Crees que esto es solo un juego, Asmodeus? —preguntó Stolas, finalmente, su voz suave y calculada—. Sabes tan bien como yo que los lazos emocionales son poderosos aquí. Uno no puede subestimarlos sin pagar un precio.

Asmodeus levantó una ceja, aún sonriendo.

—Oh, querido Stolas, no me malinterpretes. Amo los juegos de poder y de emociones tanto como cualquier otro. Pero involucrarse demasiado... —su mirada se volvió fría—... podría amenazar el equilibrio. Especialmente cuando se trata de un alma como la de Ángel. Si Lucifer empieza a mostrar debilidad, ¿qué nos detendrá de perder el control sobre el Infierno? El status está en juego.

Stolas asintió lentamente, consciente de la verdad en las palabras de Asmodeus, pero incapaz de compartir su indiferencia. Ambos sabían que hacer mucho por un alma como la de Ángel podía tener consecuencias. No era solo un tema de amor o redención, sino de poder, control y el delicado equilibrio que mantenía al Infierno bajo su dominio.

Asmodeus dio media vuelta, con una risa baja que resonaba en la oficina.

—Haré lo necesario para asegurarme de que este pequeño drama de telenovela no ponga en riesgo lo que hemos construido. Después de todo, los sentimientos son peligrosos. Y en el Infierno, los peligros deben ser controlados.

El Encantador del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora