Capítulo 6: Ecos del Destino

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El sonido del reloj del destino resonaba a través del salón, su eco retumbando en los rincones oscuros del Hazbin Hotel. Lucifer sintió una punzada familiar, una que lo ataba a tiempos pasados, a secretos que preferiría dejar enterrados. La sonrisa del extraño recién llegado —Alastor—, perturbadoramente ancha y fija, parecía ampliar la tensión en el aire, como si estuviera orquestando la atmósfera para su propio placer.

Alastor chasqueó los dedos, y el zumbido de su micrófono se intensificó por un segundo. Un golpe seco, casi imperceptible, siguió al sonido, y entonces, una nueva campanada del reloj del destino se dejó escuchar, como una advertencia que solo unos pocos comprendían.

Lucifer tensó la mandíbula, volviendo su atención al reloj. La última vez que lo había escuchado, los creadores del mecanismo —Stolas y Asmodeus— lo habían utilizado para sellar el primer pacto entre almas en el infierno. El reloj del destino no era simplemente un instrumento de medición del tiempo; era una combinación oscura y precisa de física, astronomía y demonología. Su propósito era mantener el equilibrio entre las fuerzas que regían el infierno. Cada tic representaba un momento crucial en el flujo del tiempo infernal, y cada campanada resonaba cuando las decisiones que alteraban el curso del destino eran tomadas.

El reloj estaba diseñado para medir la influencia de las almas, la energía demoníaca y las fuerzas astrales que mantenían el inframundo en equilibrio. Asmodeus, con su obsesión por la jerarquía y el orden, había creado la parte astronómica del mecanismo, asegurándose de que el movimiento de las estrellas y los planetas infernales afectara la estructura del infierno de manera precisa. Stolas, por otro lado, había infundido el reloj con demonología profunda, usando su conocimiento sobre los contratos de almas y los vínculos que estas creaban para entrelazar el tiempo con la esencia misma de los seres infernales. Juntos, el reloj y los juegos de almas eran las llaves que mantenían el control sobre las jerarquías, las alianzas y el poder.

La campanada que resonaba ahora indicaba que algo importante, algo que cambiaría el curso de los eventos, estaba en marcha.

Lucifer fijó su mirada en Alastor. "¿Qué has hecho?", susurró para sí mismo, su tono cargado de una mezcla de sospecha y anticipación.

—Oh, no he hecho nada aún, Lucifer —respondió Alastor con su tono burlón, como si hubiera leído sus pensamientos—. Pero me temo que algo está en movimiento, algo que ni siquiera tú puedes detener.

Lucifer lo fulminó con la mirada, pero antes de que pudiera responder, un sonido lo interrumpió. La puerta del salón se abrió de golpe y Ángel Dust entró, luciendo sorprendido ante la extraña escena. Su expresión se tornó en confusión cuando vio a Alastor, pero lo que realmente capturó su atención fue el sonido del reloj. Ese zumbido etéreo y poderoso, algo que nunca antes había experimentado.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Ángel, sin dirigirse a nadie en particular.

Lucifer intentó mantener la calma, pero ver a Ángel en medio de este caos solo avivó su frustración. Con Husk merodeando cerca y ahora este nuevo e inquietante personaje, su paciencia estaba colgando de un hilo. El juego de almas estaba roto, sí, pero los efectos de esa ruptura aún resonaban en todos ellos, y este reloj del destino no hacía más que complicar las cosas.

Stolas, que había permanecido en las sombras durante este intercambio, se adelantó con preocupación en el rostro. Había sentido la manipulación de Alastor desde su llegada. Stolas conocía el reloj y sabía lo que cada campanada significaba, pero ahora se daba cuenta de que los hilos del destino estaban enredados, y Alastor había tirado de ellos con una precisión aterradora.

—Esto no es solo un juego de almas. Alastor, ¿qué has hecho con el equilibrio? —inquirió Stolas, tratando de mantener el control.

—Oh, querido Stolas, tú mejor que nadie deberías saberlo. Los juegos siempre tienen consecuencias, ¿no es así? —Alastor sonrió, casi con condescendencia—. Y este... este será uno que todos recordarán.

El Encantador del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora