El octavo capítulo comienza en una atmósfera tensa, donde cada rincón del Hazbin Hotel parece vibrar con la presencia imponente de Alastor, quien ahora se revela como el verdadero anfitrión del lugar. A su llegada, irradia una confianza casi burlona, como si supiera mucho más de lo que cualquier otro presente podría imaginar. Con su eterna sonrisa y un destello intrigante en la mirada, Alastor encaja en el entorno del hotel con una facilidad desconcertante, intensificando la incertidumbre y los secretos que flotan en el aire.
Alastor avanza por el salón con una sonrisa amplia y afilada, como si estuviera saboreando cada mirada de desconcierto. Su voz resonante y casi musical inunda el espacio, llenándolo de una extraña mezcla de cortesía y amenaza velada.
—¡Señoras y señores, qué desorden! —dice, extendiendo los brazos con teatralidad—. Permítanme presentarme: soy Alastor, su humilde anfitrión en este... fascinante establecimiento. Y déjenme decirles que nunca he estado más encantado de ver tanto caos reunido en un solo lugar.
Vaggie, con su piel púrpura aterciopelada y marcada con patrones oscuros de herencia demoníaca, irradiaba un atractivo misterioso. Sus ojos intensos y labios suaves contrastaban con su firmeza mientras sostenía la mano de Charlie. Los dedos de Charlie, pálidos y caóticamente dulces, poseían una suavidad demoniaca, con uñas ligeramente afiladas y cicatrices discretas, reflejando su esencia etérea y sombría. Juntas, eran la imagen perfecta de la polilla y su luz, atrapadas entre lo etéreo y lo maldito. Su expresión es de indiferencia, y el ceño ligeramente fruncido, claramente preocupada por Charlie y el estado en que todo esto podría haber dejado su espíritu. Con un suspiro impaciente, se dirige a Alastor sin mucho interés.
—Claro, claro, el "anfitrión." Como si eso cambiara algo —murmura, alzando una ceja con escepticismo—. No sé a quién crees que vas a impresionar, Alastor. Después de todo, aquí solo hay ruinas y un desastre enorme. No hace falta que hagas más espectáculo del que ya tuvimos.
Alastor suelta una carcajada divertida, sin tomar la actitud de Vaggie como una ofensa. De hecho, parece disfrutar de su desdén, como si fuera otro ingrediente en su espectáculo personal.
—Ah, Vaggie, querida, ¿tan poco crees en el poder del anfitrión? —responde, inclinándose ligeramente hacia ella—. Si hay algo que detesto, es ver una "fiesta" arruinada. ¿Qué clase de anfitrión sería si no reparara los daños?
Con un chasquido de sus dedos, una oleada de energía vibrante recorre la sala. Las ruinas y los escombros empiezan a moverse como si tuvieran vida propia, reorganizándose y reconstruyéndose. Los muebles vuelven a su lugar, las paredes agrietadas se restauran, y el salón recupera su antiguo esplendor en cuestión de segundos. Todo sucede en silencio, con un destello que se disipa en un suave resplandor.
Cuando el proceso termina, Alastor se endereza y sonríe, satisfecho, observando la expresión de Vaggie mientras el salón parece como nuevo, como si la pelea nunca hubiera tenido lugar.
—Ahí lo tienen, damas y caballeros, el Hazbin Hotel en su gloria original. No se diga más, que hasta las ruinas merecen un segundo acto digno de presenciarse —declara, lanzándole una mirada de complicidad a Vaggie, quien solo lo observa, sin inmutarse.
Vaggie rueda los ojos, manteniendo su expresión indiferente.
—Gran truco, Alastor, realmente —responde, con sarcasmo evidente—. Lástima que no sirve para solucionar los problemas reales que tenemos.
Alastor sonríe, aún más satisfecho, y se inclina cortésmente.
—Oh, querida Vaggie, en eso estoy de acuerdo.
Mientras tanto, Charlie se encuentra inmersa en una tormenta de pensamientos. Observa a su padre y a Ángel compartiendo miradas cómplices y gestos cada vez más cercanos, creando un vínculo que no puede ignorar. Sin embargo, algo dentro de ella resuena como un eco implacable: "¿Mi mamá... realmente no está muerta?" La pregunta no deja de pulsar en su mente como un martilleo constante, haciéndola cuestionar no solo la relación de su padre con Lilith, sino también el posible reemplazo que Ángel Dust parece representar. Sus emociones la consumen, y cuando fija la mirada en Lucifer, una chispa oscura, casi desprovista de su habitual dulzura, se manifiesta en su expresión.
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El Encantador del Infierno
Romance"El Encantador del Infierno" En las profundidades del Infierno, Lucifer Morningstar se encuentra atrapado en la monotonía de su eterna existencia. Cansado de la rutina que define su reinado y aburrido por la falta de emoción en su vida, decide que e...