Narumi Ishikawa es una joven en sus 20's que ha tenido una vida llena de altos y bajos que soportó por su cuenta, solo ella. Siempre fue mala para expresar muy bien como se sentía, y nunca se sintió a salvo con nadie para hacerlo. Las cosas empiezan...
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26 de diciembre
Narumi abrió los ojos aquella mañana, sintiéndose con bastante energía a pesar de la ajetreada Navidad que había tenido con su familia y amigos. La verdad nunca le había agradado la idea de que su cumpleaños fuera un día después de Navidad, pero esta vez se sentía mucho más optimista al respecto. Había invitado a sus amigos a su departamento para festejar con algo simple y cómodo, pero su día lo planeaba pasar principalmente con Mitsuya. Y claro, también esperaba que su madre la visitara en algún momento a desearle un feliz cumpleaños.
El último mes había ido de lo mejor y a su propio tiempo. Desde que se graduó de la universidad, estuvo presente la idea de qué es lo que vendría ahora; tenía muchas ideas en mente, pero lo más seguro era que optara por el camino de la docencia, aunque disfrutaba publicar sus obras o realizar pedidos. Se dedicó a esto último, usando las redes sociales como espacio en el cual se hizo más conocida y más personas pagaban por sus obras, y planeaba empezar a trabajar formalmente el año que se aproximaba.
Mantuvo el contacto con Hayami, con la cual salía de vez en cuando y charlaban por horas de su tópico favorito: sus obras. Su amiga era más popular en el mundo de las redes sociales, publicando siempre sus ilustraciones digitales y demostrando un enorme potencial para trabajar en una gran empresa.
Y su novio, por otro lado, estaba terminando sus últimos días de trabajo en Vogue y haciendo sus proyectos como diseñador independiente para el año siguiente. El chico tenía una gran cantidad de ahorros, pero planeaba seguir trabajando en el café, ya que este le daba un horario flexible y aquel dinero nunca estaba de más. El único problema era que en la pelea que tuvo con Kazuki en aquel lugar, los propios empleados y ex-colegas tuvieron que sacarlo del lugar de una forma no tan agradable. Y temía que aquella imagen pudiera influir a la hora de volver. Pero nada perdía con intentarlo.
La nieve decoraba toda la ciudad con un blanco brillante, donde las decoraciones de Navidad seguían puestas en todos lados y se podía apreciar a los niños haciendo muñecos de nieve desde la misma ventana de la habitación de la chica.
Sintió como su celular vibraba en su mano y sonrió al ver el nombre de su novio en la pantalla.
—Buenos días. —dijo al contestar la llamada.
—Buenos días... y feliz cumpleaños, hermosa. —saludó él con un tono coqueto desde el otro lado de la llamada.
Narumi sonrió tontamente y se dejó caer nuevamente en su cama. —Gracias... estaba esperando tu llamada.
—Lo siento por no haberlo dicho antes, estaba exhausto. —rio un poco.
—No te preocupes, sé que estás haciendo unos últimos esfuerzos. —respondió en un tono amable, estando consciente del trabajo que tenía, aún en vísperas navideñas.
—Sí... —suspiró. —Pero bueno, traté de avanzar en todos mis deberes para poder estar libre al fin. Así que... arréglate Nami. Iré a buscarte para comenzar tu día como se debe. —comentó con una curva en sus labios que ella podía sentir en su voz a pesar de que no lo viera.
