xxxᴠɪ. ᴏɴᴇ ꜱᴛᴇᴘ ꜰᴜʀᴛʜᴇʀ

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Su cumpleaños número veintitrés continuó de la forma más natural y relajada posible para la castaña

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Su cumpleaños número veintitrés continuó de la forma más natural y relajada posible para la castaña. Luego de aquella escena en el estudio de Mitsuya, se dirigieron al departamento de la chica y él preparó almuerzo con unas cosas que había comprado previamente. Comieron y salieron a pasear en motocicleta, observando el atardecer anaranjado en Tokio desde un mirador en lo alto de la ciudad. Narumi se sentía consentida como si fuera una niña pequeña y aunque no estaba de acuerdo completamente con la cantidad de dinero que el chico gastaba en ella, trató de dejar el asunto de lado como él le había repetido.

Su madre fue a visitarla y no faltó su presente usual, pero que nunca aburriría a su hija. Siempre le regalaba algo hecho por ella misma, lo que fuera. Esta vez era un suéter de lana con patrón de rayas de colores fríos, los cuales en su opinión asentaban a su hija.

—Feliz cumpleaños, mi Nami. Qué grande estás. —la señora la abrazaba con la vista un poco nublada por las lágrimas contenidas.

—Gracias mamá. —la castaña la abrazó con ternura y el suéter puesto. —No llores. No quiero llorar. —dijo con una risita al verla.

—No lloraré. —la señora miró hacia arriba para intentar devolver las lágrimas y soltó un suspiro antes de volver a mirar a su hija. —Te ves hermosa.

—Gracias. Me gusta mucho, mamá. —dijo con una amplia sonrisa mientras se miraba a un espejo.

Su novio observaba a su lado con una dulce sonrisa. —Tu madre tiene razón. Sí que te ves muy hermosa.

Narumi por alguna razón que no lograba comprender, se sentía un poco avergonzada por sus palabras al estar su madre presente. Pero se reía de sí misma al sentirse como una adolescente.

La señora sonrió. —¿Ves Nami? ¡Siempre tengo la razón! —soltó una carcajada.

Su hija blanqueó los ojos, pero de todos modos se reía por la actitud de su madre, al igual que el chico.

—Bueno, no seguiré molestando, ¿A qué hora llegan tus amigos? —la mayor tomó sus llaves y puso una mano en el hombro de su hija, acariciándolo.

—No molestas mamá. —le reprochó. —Y deberían llegar en unos cuarenta minutos, no te preocupes.

—Ya, ya, pásenla bien. ¡Sin beber mucho! —advirtió. —Nos vemos.

Se despidió con un abrazo de ambos y se marchó para dejarlos solos nuevamente.

—Bueno. —suspiró la chica. —Supongo que solo falta poner unas cosas para comer en la mesa.

—Te ayudo. —la besó en los labios.

La castaña le siguió el beso, el cual parecía no querer terminar. Mitsuya llevó sus manos a la cintura de ella para sentirla más cerca, y Narumi acariciaba sus mejillas y cuello mientras sentía su húmeda lengua.

the way you are - takashi mitsuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora