ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ - ᴛʀɪᴘ ᴛᴏ ɢʀᴇᴇᴄᴇ

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—Mierda

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—Mierda. —se quejó la castaña.

—¿Qué pasó? —preguntó el chico mientras trataba de subir las maletas al auto.

—Me quebré una uña por la mitad. —cerraba los ojos con dolor mientras se apretaba el lugar.

—¿Te está sangrando? —se acercó con preocupación.

—No, no. Estoy bien. Me duele, pero no está sangrando. Sigamos. —no le dio importancia.

El chico quedó inconforme ante la desgracia de su novia, pero procedió a tomar la maleta de ella, la cual era la última.

—Dios, vamos muy tarde. —la chica se subió al auto, el estrés subiendo un poco a su cabeza.

—Sí, pero lo lograremos Nami, no te preocupes. —Takashi se subió al auto y se puso el cinturón de seguridad, encendiendo el motor. —¿Tienes todo? —la miró una última vez.

—¿Sí? —dijo dudosa.

—"¿Sí...?".

—Sí, tengo todo. ¿Tú?

—Sí... creo. El pasaporte, los pasajes, mis documentos... —murmuró mientras repasaba mentalmente.

La chica parecía ponerse más nerviosa antes de que el chico empezara a manejar y a ir a la velocidad máxima que podía permitirse en cada avenida hasta llegar al aeropuerto. Se estacionaron lo más rápido que pusieron, bajando las maletas y casi corriendo al lugar donde tendrían que pasar las maletas y los pasaportes.

Todo parecía un caos, en el lugar lleno de personas, con filas en cada sector, y la hora que de repente parecía pasar más rápido de lo normal. Pero todo valió la pena hasta el momento en el que finalmente pudieron entrar al avión y encontrar sus asientos.

Pudieron costear asientos en el sector de primera clase, donde se les ofrecía toda la comodidad para poder descansar luego de aquel terrible trámite.

—Dios, no quiero pasar por eso nunca más. —suspiró la castaña.

El contrario soltó una pequeña risa e imitó su gesto. —Yo tampoco.

—Y mi uña... —la miró lastimosamente. —Me las fui a hacer ayer.

El chico acarició su mejilla. —Cuando lleguemos te pagaré... la mantención. —rio. —No te preocupes. Tendrás unas fotos espectaculares de tus uñas en este viaje.

Ella rio, blanqueando los ojos juguetonamente ante sus burlas. —Supongo que sí quiero buenas fotos. —admitió.

Mitsuya le dejó un beso en sus labios, acariciando su rostro. —De ahora en adelante saldrá todo bien, Nami. La pasaremos bien. Planeamos con mucha anticipación para que salga perfecto, y si no sale perfecto, encontraremos la forma de pasarlo bien igual.

Ella asintió con una sonrisa, sabiendo que sus palabras eran verdaderas.

Cerraron los ojos, comieron, disfrutaron de los servicios del viaje, y no tomó mucho tiempo para llegar a su destino: Grecia.

the way you are - takashi mitsuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora