Capítulo 3.- Solo vengo a trabajar.

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"Concéntrate en lo importante, lo demás llegará"

Siempre me he comprometido mucho en mis trabajos, de tal forma que me pongo la camiseta y me vuelvo indispensable, pero de una buena manera. Esto lo aprendí de mis padres, que siempre me enseñaron a ser responsable y comprometida en todo lo que haga.

Después de unas interesantes semanas de trabajo y ajustándome a mi nueva rutina, un día se acerco a mi oficina aquel hombre que vi el primer día que llegué del cual no podía olvidar el olor de su perfume.

-Hola licenciada, mi nombre es Álastor Bustamante, soy abogado en esta empresa, lamento no haberme presentado antes como se debe, el trabajo inunda la oficina y no da tiempo de ser servicial con los nuevos.-

Me saqué de onda por un momento, pero atiné a contestar a su saludo y disculpa medio rara.

-¡Ah!, mucho gusto.- Contesté.

-Yo soy Ekaterina Mondragón, soy la nueva administradora de esta área, es un placer.- Dije seria.

-Excelente, me preguntaba si tenias un poco de café, el chico que vende no vino hoy y se me antojó uno.- Dijo con una sonrisa de lado y las manos en las bolsas de su pantalón.

-Si, claro.- Dije para después sacar un frasco de café de uno de los cajones de mi escritorio.

-También tengo azúcar por si quiere Licenciado.- Dije sacando el frasco de azúcar también del cajón.

-No muchas gracias a mi me gusta el café sin azúcar.- Dijo poniendo café en su taza y poniendo de nuevo el frasco en el escritorio.

-Perfecto.- Dije.

-Bueno Licenciada me marcho, espero poder verla después y platicar más.- Dijo tomando su taza con una mano y teniendo la otra en la bolsa del pantalón.

-Si que tenga excelente día.- Dije conteniendo la respiración para no retener aún más el olor de su perfume en mi subconsciente.

Después de ese día, todas las mañanas venía a hablar conmigo con el pretexto de querer café y así quedarse un rato y hacerme preguntas, pero yo me quería concentrar en mi trabajo y no enamorarme de alguien más grande que yo, aunque siempre me han gustado más grandes, no sé me atrae la madures que tienen algunos hombres más grandes, pero en este caso posiblemente era casado y se quitaba el anillo, como hacen muchos de los hombres casados, aunque a este no le había visto un anillo o la marca de que en algún momento hubiera traído uno.

Un día pasando por afuera de su oficina el olor de su perfume me hizo voltear a verlo, pero cuando volteé me tope con su mirada y retiré la mía de inmediato. Eso lo vio una compañera de la misma oficina de él, lo que desató preguntas a mi comportamiento anterior.

Sofía comenzó el interrogatorio.

-Vi como te le quedabas viendo a Álastor, ¿Acaso te gusta?.- Pregunto con una risa burlona incluida en su pregunta.

-No, por supuesto que no.- Conteste de inmediato.

-Es que se te iluminan los ojos cuando lo ves o cuando va por su café hasta tu oficina.- Dijo.

-Bueno solo le doy un poco de café, eso es todo.- Dije sin cambiar mi tono de voz a uno nervioso.

-jajaja... ok ok, yo solo digo que él también se ve interesado en ti, pero tengo que advertirte que él es casado, solo que se quita el anillo antes de entrar a la oficina. Sólo que no le digas que yo te dije por favor.- Dijo con voz baja para que nadie más escuchara lo que acababa de confesarme.

Después de esa confirmación de que era un hombre casado, preferí alejarme y solo ser educada a sus saludos y a las pedidas de café en los siguientes días, nunca me han gustado los hombres comprometidos, así que lo mejor era no pensar en él y concentrarme en mi trabajo sabía que eso era lo mejor que podía hacer. 





El ladrón de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora