Han pasado varios días después de mi cumpleaños, todo ha marchado tranquilo y sin novedad alguna, bueno eso creía hasta que esto pasó...
-Hola licenciada, ¿Me preguntaba si me podría pasar su número de teléfono?.- dijo asomando solo medio cuerpo por la puerta de mi oficina.
Solo me quede en shock, ya que días antes no habíamos cruzado palabra y ahora quería mi número de teléfono, ¿Qué era lo que tramaba?.
-El licenciado Sebastián tiene mi número de teléfono, ¿Por qué no se lo pidió a él?.- Contesté con otra pregunta.
-Si le pregunté, pero me dijo que no lo tenía y que viniera yo mismo a pedírselo.- Sonrió de lado con esa linda mueca.
-No se si deba de dárselo, ya que usted me cae mal.- Dije con un poco de sarcasmo incluido.
-Sé que no empezamos con el pie derecho, pero me gustaría conocerla licenciada.- Dijo metiendo las manos en sus bolsillos.
-De acuerdo, se lo daré, pero rápido, sino lo anota bien ni modo.- Dije y rápido comencé a decir mi número.
Al parecer lo anoto bien, para después darme las gracias he irse.
Unos minutos después recibí un mensaje de un numero desconocido...
-Hola.-
-Hola, ¿Quién eres?.- Pregunté creyendo de quién se trataba.
-Soy un admirador.-
-Yo no tengo admiradores.- Dije con una sonrisa en mi rostro.
-Jajaja... se que sabes quien soy.- Dijo para después continuar.
-Me acabas de dar tu número y ¿Aún así no sabes quien soy?.-
-Jajaja... creo que eres Álastor aunque no creo que seas mi admirador.- Dije aún con esa tonta sonrisa en mi rostro.
-Ya ves si sabias quien era, y dime ¿Qué haces?.-
-Trabajando, ¿Tu ya saliste de la empresa? .-
-Si ya vamos en la carretera.- Mandándome una foto de la carretera.
-Ah excelente, pero bueno te dejo seguir trabajando, pórtate bien.- Pero después de escribir eso me arrepentí y en efecto eso pasaría después.
-Si gracias, igual pórtate bien hee...- Dijo para después ya no escribir más.
Después de ese ultimo mensaje fue el fin y el inicio de esta historia.
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Poco antes de salir de mi horario de trabajo llegó directo a mi oficina.
-Hola Ekaterina, ¿Si te puedo llamar por tú nombre?.- Dijo estando en la puerta de mi oficina.
-Si no hay problema, ¿Entonces igual te puedo llamar por tú nombre?.- Dije con una sonrisa incluida.
-Por supuesto, entonces formalmente ya nos conocemos, ahora ya sabes quien es tu admirador.-
Yo solo podía pensar en el olor de su perfume, la forma en la que estaba vestido y su sonrisa de lado que me parecía tan sexy, tenía canas en un costado de su arreglado peinado y eso me encantaba aún más. De pronto me saco de mis pensamiento con su masculina voz.
-¿Ya vas para tu casa o a otro lado?.- Preguntó sin darle vuelta al asunto.
-No todavía no, me quedaré un momento más y después iré al cajero a sacar dinero.- Dije sin apartar la vista de la computadora, haciéndolo en forma de reto.
Se acerco a mi escritorio y al levantar la vista me tope con sus ojos cafés frente a los míos.
-Si quieres te puedo esperar y darte un aventón al cajero.- Dijo mientras se recargaba en mi escritorio y bajaba el volumen de su voz.
-No muchas gracias, no quiero detenerte mas del tiempo que debes, además tu ya casi sales, mejor otro día te acepto el aventón.- Dije casi sin tartamudear.
-Bueno espero y para la próxima si me dejes llevarte.- Dijo para después despedirse y salir por la puerta.
Yo solo me quedé ahí sentada con el recuerdo de su perfume y el sonido de su voz cerca de mi rostro, pensando en que pasaría si no fuera casado y fuera solo mío, pero solo era una suposición, eran mis escenarios locos en la cabeza que provocaban que una pequeña ilusión se apoderara de ella y no pudiera estar en la realidad en la que no existe el amor para mí.
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El ladrón de luz
CasualeEkaterina Mondragón es una chica de 26 años que no cree que exista el hombre perfecto para ella y entonces sin esperarlo del todo se le atravesó un hombre que le mostrará un camino que parece lleno de amor y felicidad, solo que hay un detalle que to...