Capítulo 12

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Lisa

Después de la noche del lunes pude respirar mucho más tranquila. En la charla que tuve con Jennie expresé lo que sentí y le conté la realidad de lo que ocurrió antes de aquel señalado septiembre, aunque la fría despedida me dejó un mal sabor de boca. Estaba claro que ya no éramos las mismas, las circunstancias que vivimos nos habían llevado a evolucionar y convertirnos en una nueva versión de nosotras. Pero en el fondo seguíamos manteniendo nuestra esencia, eso que nos hacía ser diferentes al resto.

A pesar de todo, Jennie seguía siendo la persona que más me conocía de todo el mundo. Sabía leerme a la perfección, como si yo fuera un libro y ella la lectora más voraz. Por mucho que dijera que había cambiado, seguía siendo ella y yo podía verlo. Joder, hasta seguía haciendo los mismos comentarios salidos de tono. El sarcasmo seguía siendo una parte fundamental de ella y, aunque me sacaba de mis casillas, no podía evitar que al recordarlo me hiciera gracia.

Aquel día en la facultad, fue tranquilo y por fin sentía que todo se iba encauzando, con algunas excepciones. Hacía varios días que Kaia se comportaba de manera muy extraña. No respondía mis mensajes ni contestaba mis llamadas, únicamente se disculpaba tras largas horas de espera. Sin embargo, aquella actitud se acentuó a partir de la mañana del domingo en la que me dejó varias llamadas perdidas.

Fui caminando desde la parada del autobús hasta la casa de mi hermana, que estaba ubicada a tres calles de distancia. Cuando giré la última esquina vi dos siluetas situadas cerca de la puerta del edificio. Una de ellas pertenecía a una persona de gran altura que no reconocía porque no la había visto en mi vida. Sin embargo, el ver a su lado un cuerpo más pequeño con una mochila de color azul colgando de sus hombros solo necesité atar cabos. Era la hermana de Jisoo con su novio.

A medida que me fui acercando, pude observar cada detalle más detenidamente. Él apoyaba la espalda en el tronco de un árbol y su mano en la cintura de Ruka. Si Jisoo hubiera visto esa escena no le habría hecho ninguna gracia. Y a mí tampoco me la hacía después de la conversación que mantuvimos aquella noche en la heladería.

Al llegar a la puerta del edificio, miré de arriba a abajo al chico, y no era por juzgar, pero no me transmitió buena impresión. Su expresión de pocos amigos tampoco beneficiaba mi juicio. Vestía un chándal de color negro y una cadena plateada acompañaba a su cuello. Era más alto que yo y sobrepasaba mi cabeza varios centímetros.

—¿Qué miras? —preguntó alzando el mentón con tono desafiante.

Cuando pronunció aquella pregunta Ruka giró la cabeza en mi dirección, que hasta ese momento no se había percatado de mi presencia. Me sonrió y me saludó con la mano. En cuanto su novio se dio cuenta del gesto, afianzó su agarre y no apartó la vista de mi rostro. Aquella acción me pareció ridícula. Solo le faltaba mear en su pierna para marcar territorio.

—Vámonos, Ruka —dije mirándola directamente.

Ruka frunció el ceño y me miró muy seria. Estaba claro que no le había gustado lo que le acababa de decir. Pero a él pareció gustarle menos.

—¿Tú quién cojones crees que eres para decirle eso a mi chica?

Soltó el agarre de su cintura y se acercó a mí con actitud provocadora. Se detuvo a unos centímetros de mi cara y me desafió.

—Alguien que se preocupa más por ella que tú —contesté y di un paso hacia atrás—. Venga, vamos.

Ruka siguió reacia a acompañarme y miraba preocupada a su novio. Supuse que pudo ser por su posible reacción a mi comentario, ya que apretó los puños. ¿Acaso me iba a pegar? Si lo hacía, el golpe lo iba a recordar durante mucho tiempo. Daba la impresión de que tenía mucha más fuerza que yo. Joder, si yo era poca cosa.

Todas las lunas que compartimos | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora