Capitulo 7

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La mirada de Jisung se posó en la mano de Minho, y al ver el dolor evidente en su rostro, sintió una ola de culpa recorrer su cuerpo. Soltó su mano de inmediato, sabiendo que Minho no la volveria a tomar fácilmente debido al dolor.

—¿Estás bien? —preguntó Jisung, tomando la mano de Minho con cuidado, sus ojos implorando permiso para examinar la herida sin que le fuera arrebatada de inmediato.

—Uhh, eso debería preguntártelo yo a ti, tonto —respondió Minho, observando la expresión preocupada del menor. No quería verlo llorar por ningún motivo, y mucho menos si era por culpa de sus propias heridas.

—Y... yo lo siento mucho, de verdad lo siento —Jisung trataba de contener las lágrimas, consciente de que llorar en público era algo que solía evitar. Sin embargo, la carga emocional era demasiado pesada, y mientras masajeaba suavemente la mano de Minho, intentaba disimular las lágrimas que traicionaban su voluntad.

—No tienes que disculparte —dijo Minho, usando su mano libre para acariciar suavemente la cabeza de Jisung. Esta vez, fue mucho más delicado que en otras ocasiones en las que había mostrado afecto—. No deberías estar llorando tampoco —añadió, pasando su mano por su mejilla para limpiar una lágrima que se había escapado.

Jisung levantó la mirada, sorprendido por el toque suave de Minho en sus mejillas. Sentía que no merecía ese tipo de ternura, no después de haber causado tantos problemas.

—E... es mi culpa, ¿cómo querrías a alguien tan torpe como yo? Prometí que no me metería en problemas, y fue lo primero que hice. Y... y ahora tendrás problemas p... por mi culpa. De verdad, lo siento mucho —dijo Jisung, su voz temblando con cada palabra.

Minho analizó lo que acababa de decir, sintiendo una leve irritación al ver al menor tan afectado.

—Estás llorando demasiado, y eso es molesto —dijo Minho antes de acercarse peligrosamente a la cara de Jisung. Tomó su rostro entre las manos y lo atrajo hacia sí, cerrando la distancia entre sus labios.

Tal vez era el leve efecto del alcohol lo que lo impulsaba a hacerlo, pero no le gustaba ver a Jisung llorar. No sabía exactamente por qué, pero la imagen del menor en ese estado lo perturbaba.

—L... lo sien... —Jisung no pudo terminar su disculpa cuando los labios de Minho se posaron sobre los suyos. Sorprendido, se dio cuenta de que estaba disfrutando la suavidad de esos labios. Su hermanastro acababa de robarle su primer beso.

El beso era suave y sin prisas, y aunque Jisung era un poco torpe, Minho decidió llevarlo con calma, disfrutando del momento. Se separó de él con cuidado, observando cómo las mejillas de Jisung se teñían de un suave color rosado.

—Callado luces mucho mejor —susurró Minho con una sonrisa traviesa en los labios —Vayamos a casa — entrelazando sus dedos con los de Jisung para comenzar a caminar. Le pareció mejor idea caminar en lugar de tomar un taxi, así evitaría que su mamá lo regañara por la mano nuevamente herida.

Jisung hizo un ligero puchero, pero lo siguió en silencio, mordiéndose los labios de vez en cuando al recordar el sabor de los labios de Minho. El silencio entre ellos era cómodo, pero la tensión que lo acompañaba no era fácil de ignorar.

Llegaron a casa con cuidado, tratando de no hacer ruido. Aparentemente, sus "padres" ya se habían dormido, así que lograron llegar a su habitación sin problemas.

—Qué noche más larga —dijo Minho, ya dentro de la habitación. Se giró para observar a Jisung, quien parecía un pequeño cachorro asustado—. No voy a morder —añadió con una sonrisa juguetona, aunque en su mente se preguntaba si en realidad lo haría.

Jisung se mantuvo en silencio, asintiendo ligeramente con la cabeza. Se acercó con suavidad a Minho y tomó su mano no herida, obligándolo a sentarse en la cama. Luego sacó una pequeña caja con gasas y comenzó a limpiar la herida en silencio.

—No tienes que curar mis heridas —dijo Minho, rompiendo el silencio. El ambiente estaba tan cargado que parecía que ambos estaban a punto de explotar.

—¿Está bien? Sé que te duele, lo siento —murmuró Jisung mientras vendaba la mano de Minho, dedicándole una pequeña sonrisa al terminar.

—Te disculpas demasiado, Jisung —Minho comenzaba a sentirse exasperado. Se acercó, pegando su frente contra la del menor, manteniendo aún la distancia entre sus labios—. Comienza a ser molesto que te disculpes tanto.

Jisung desvió la mirada, mordiendo suavemente su labio inferior—. D... dejaré de hacerlo —prometió en voz baja, pero el silencio volvió a apoderarse de la habitación. Jisung podía sentir la mirada penetrante de Minho sobre él, y hacía todo lo posible por evitarla.

—¿Ahora tienes miedo de mí, Jisung? —preguntó Minho mientras subía una mano para acariciar la mejilla del menor, dibujando pequeños círculos con sus dedos. Se inclinó un poco más, sus labios a escasos centímetros de los de Jisung.

—Yo n... no —susurró Jisung, finalmente tomando valor para mirarlo. Soltó un pequeño suspiro ante las caricias suaves que recibía en sus mejillas, sintiendo cómo el suave color carmesí se extendía por su rostro.

¿Estaba mal que le gustaran las caricias de su hermano?

—Mmh, ya veo~ —dijo Minho en un tono seductor, acercándose aún más. Rozó sus labios con los de Jisung, disfrutando del contacto ligero mientras continuaba acariciando sus mejillas. No sabía qué estaba haciendo exactamente, pero tal vez era algo que había querido hacer desde que conoció a Jisung en el instituto. 

Aunque, por alguna razón, siempre le había resultado más fácil molestarlo que invitarlo a salir.

Jisung mordió su labio con suavidad, sabiendo que no debía acostumbrarse a eso. Aunque el primer beso con su hermanastro se había quedado grabado en su memoria, había una gran posibilidad de que Minho no recordara lo que había sucedido. ¿Qué más podía perder? Así que se prometió a sí mismo que si ese beso volvía a ocurrir, se dejaría llevar por los labios del mayor.

Minho no hizo esperar más a Jisung y volvió a besar sus labios, esta vez con más intensidad. Sus manos se mantuvieron firmes en las mejillas del menor, acercándolo aún más a él. El beso, inicialmente suave, comenzó a profundizarse, haciéndose más apasionado con cada segundo que pasaba.

Jisung, sin darse cuenta, había mordido los labios de Minho por accidente. Sus manos, antes temblorosas, ahora estaban aferradas a la camisa del mayor, tratando de no perder el equilibrio mientras se entregaba completamente a las caricias y besos que Minho le ofrecía.

Un gruñido bajo salió de los labios de Minho al sentir la mordida de Jisung. Aprovechó ese momento para abrir ligeramente la boca y deslizar su lengua en la boca del menor, haciendo que el beso se volviera más intenso, casi desesperado.

La piel de Jisung era suave, al igual que sus labios. Era fácil tocarlo, sentirlo, y Minho se dio cuenta de que podría volverse adicto a esa sensación. 

El mundo exterior dejó de existir para ellos en ese momento, y lo único que importaba era el calor que compartían en esa habitación silenciosa.

El hermanito perfecto (MinSung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora