Capítulo 2: La llamada de Rachel

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Rachel deslizó el dedo por la pantalla, su corazón martilleando en su pecho. Apenas escuchó el "clic" al contestar la llamada, todo a su alrededor se desvaneció.

La sala de la fiesta, las luces parpadeantes, el rostro asustado de Scott y Marilyn... todo desapareció en un instante. Ahora estaba en la oscuridad absoluta, rodeada de un silencio opresivo.

—¿Hola? —llamó Rachel, su voz resonando débilmente en el vacío—. ¿Mike? ¿Dónde estás?

El eco de su propia voz fue lo único que respondió al principio, hasta que escuchó un susurro lejano, como un llanto apagado. Giró rápidamente, tratando de ubicar el origen del sonido, cuando de repente vio una figura a lo lejos.

Era Mike.

—¡Mike! —gritó ella, corriendo hacia él.

Mike estaba de pie, mirando hacia el suelo, temblando. Rachel llegó a su lado y lo tocó en el hombro. Él levantó la cabeza lentamente, y al ver su rostro, Rachel contuvo un grito. Los ojos de Mike estaban abiertos, pero sin vida, como si ya no estuviera realmente allí.

—Rachel... —murmuró, su voz sonando hueca—. No estás a salvo aquí...

—¿Qué está pasando? —susurró ella, con lágrimas en los ojos—. ¿Dónde estamos?

De repente, un sonido rasposo, como el roce de uñas en un vidrio, resonó a su alrededor. Rachel sintió que el aire se enfriaba, y una niebla espesa comenzó a surgir del suelo, envolviéndolos lentamente.

—Mike, vámonos... —dijo, tirando de su brazo, pero él no se movía. Sus ojos se clavaron en algo detrás de ella.

—¡Rachel, corre! —gritó Mike, con un pánico repentino en su voz.

Ella se dio la vuelta y lo vio: una criatura alta y delgada, con ojos brillantes y una sonrisa torcida que parecía estirarse más allá de los límites de su rostro. Su piel era grisácea, casi traslúcida, y sus dedos, largos y afilados, se movían con una inquietante suavidad.

Rachel sintió su corazón detenerse por un instante. La criatura avanzó un paso hacia ellos, arrastrando sus pies, y el sonido de sus movimientos era un susurro siniestro.

—¡Corre, Rachel! —insistió Mike.

Rachel retrocedió, sus pies tropezando en la oscuridad, pero de alguna manera, la criatura ya estaba más cerca. Su sonrisa se ensanchó aún más, mostrando dientes afilados como cuchillas.

Sin aviso, la criatura se lanzó hacia ellos. Rachel cerró los ojos, esperando sentir el dolor, la oscuridad... pero en cambio, escuchó un grito desgarrador.

Abrió los ojos y vio a Mike siendo atrapado por la criatura, sus manos aferrándose inútilmente mientras era arrastrado hacia la negrura.

—¡Mike! —gritó, desesperada—. ¡No!

Pero antes de que pudiera moverse, sintió que algo la empujaba hacia atrás, como si una fuerza invisible la lanzara hacia el vacío. Cayó al suelo con fuerza, golpeando su cabeza, y todo se volvió negro.

Rachel abrió los ojos de golpe y se encontró de nuevo en la sala de la fiesta. Estaba tendida en el suelo, rodeada por Scott y Marilyn. Ambos tenían los ojos abiertos de par en par, llenos de preocupación.

—¡Rachel! —exclamó Marilyn—. ¿Estás bien? Te desmayaste de repente.

Rachel se sentó con esfuerzo, todavía respirando pesadamente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

—¿Mike? —preguntó, mirando a su alrededor—. ¿Dónde está Mike?

—¿Mike? —Scott frunció el ceño—. No sabemos. Pensamos que había ido al baño, pero cuando volví te vimos caer al suelo.

Rachel sintió un sudor frío en la frente. ¿Había sido todo un sueño? ¿Una alucinación?

Pero entonces, el teléfono de Scott comenzó a sonar.

Rachel y Marilyn intercambiaron miradas de pánico. Scott miró su teléfono con el ceño fruncido. Un número desconocido parpadeaba en la pantalla.

—No contestes... —murmuró Marilyn, pero Scott ya había deslizado su dedo, su expresión llena de confusión y desafío.

—¿Hola? —dijo Scott, con una mezcla de nerviosismo y valentía.

El mismo susurro ronco y perturbador llenó el aire:

—Ring, ring... ahora es tu turno...

La voz se rió, y el sonido llenó la habitación, vibrando en sus huesos.

Scott dejó caer el teléfono, su rostro palideciendo. Un instante después, las luces parpadearon violentamente y luego se apagaron por completo, sumiéndolos en la más absoluta oscuridad.

—¡Salgan de aquí! —gritó Scott.

Marilyn agarró a Rachel de la mano, y ambos corrieron hacia la puerta. Scott los siguió de cerca, su respiración pesada en el aire frío de la noche.

Llegaron a la calle y siguieron corriendo, alejándose de la casa. Pero cuando finalmente se detuvieron para recuperar el aliento, el teléfono de Scott volvió a sonar, un sonido agudo que cortaba la noche.

—No puede ser... —murmuró Scott, sin querer mirar el dispositivo en su mano—. No otra vez...

—Scott, no contestes... —imploró Marilyn, pero Scott, casi como en trance, deslizó el dedo una vez más.

La voz, ahora más clara y cercana, resonó una vez más:

—Ring, ring... nos vemos pronto...

"Ring Ring es tu fin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora