Capítulo 7: La Revelación

1 0 0
                                    


Rachel y la mujer misteriosa avanzaban con paso rápido pero cauteloso por el denso bosque. Las ramas de los árboles se alzaban como dedos huesudos, intentando atraparlas, y la niebla espesa hacía que cada paso fuera incierto. La muerte de Marilyn aún estaba fresca en la mente de Rachel; la sensación de impotencia, el eco de su grito, todo se mezclaba en un torbellino de emociones que la dejaba al borde del colapso.

—¿Dónde está ese refugio? —preguntó Rachel, su voz apenas un susurro cargado de desesperación.

La mujer misteriosa, cuyos ojos reflejaban una mezcla de compasión y urgencia, señaló hacia adelante.

—No está lejos. Solo unos minutos más... pero debemos apresurarnos. No sabemos cuánto tiempo tenemos antes de que vuelva a sonar.

Rachel asintió, tragándose el nudo en su garganta. A su alrededor, el bosque parecía cobrar vida propia. Las sombras se movían de formas extrañas, como si algo o alguien las observara. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a una vieja cabaña camuflada por la maleza. Era un edificio de madera oscura, desgastada por los años, pero emanaba una extraña calidez.

La mujer abrió la puerta de golpe, y Rachel la siguió rápidamente. Dentro, el ambiente era aún más extraño. El refugio estaba lleno de personas de todas las edades: niños, adolescentes, adultos, ancianos... todos con expresiones de agotamiento y miedo en sus rostros.

—Estos son los sobrevivientes —dijo la mujer—. Gente como nosotras, que han resistido la maldición.

Rachel miró alrededor, tratando de encontrar algún signo de esperanza, alguna pista de cómo podrían acabar con la maldición de una vez por todas. Una mujer de cabello canoso se acercó a ellas. Parecía tener unos sesenta años, pero sus ojos reflejaban una sabiduría más allá de su edad.

—Bienvenidas —dijo la anciana con una voz suave pero firme—. Hemos estado esperando por ustedes.

Rachel frunció el ceño. —¿Esperándonos?

La anciana asintió. —La maldición siempre busca nuevas víctimas. Y cada vez que alguien logra resistir más tiempo de lo habitual, hay una oportunidad... una pequeña ventana de esperanza para todos nosotros.

Rachel sintió una chispa de curiosidad mezclada con una ola de miedo. —¿Ventana de esperanza? ¿Qué quieres decir?

La anciana suspiró. —Hace mucho tiempo, hubo un sobreviviente que descubrió algo... un método para romper la maldición. Pero no tuvo tiempo de ponerlo a prueba antes de que la maldición lo atrapara. Desde entonces, hemos estado esperando a alguien que pueda continuar lo que él comenzó.

—¿Y cómo se supone que vamos a romper esta maldición? —preguntó Rachel, cada vez más frustrada.

—Con el cántico —respondió la anciana—. Pero no es solo cuestión de recitarlo. Debe hacerse en el lugar exacto, en el momento exacto. Y el último sobreviviente... no llegó a decirnos cuál era ese lugar.

Rachel recordó su visión. El lugar oscuro. Los cuerpos. Las voces.

—Yo he visto ese lugar —dijo, con voz trémula—. En mis visiones. Era un sitio lleno de oscuridad... y cuerpos.

La anciana la miró intensamente. —Entonces quizás tú seas nuestra última esperanza, Rachel.

Antes de que pudieran discutir más, la puerta del refugio se abrió con un fuerte golpe, y un hombre entró corriendo. Estaba pálido, con el rostro cubierto de sudor.

—¡Está aquí! —gritó, señalando hacia la oscuridad del bosque—. ¡El monstruo nos ha encontrado!

El pánico se extendió rápidamente por la sala. Rachel sintió su corazón acelerarse, y la tensión en el aire se volvió casi tangible. Los supervivientes comenzaron a moverse frenéticamente, buscando algún lugar seguro, algún escondite.

—¡Todos mantengan la calma! —exclamó la anciana—. ¡Tenemos que seguir el plan!

La mujer misteriosa tiró de Rachel hacia un rincón. —Tenemos que salir de aquí —dijo con urgencia—. Debemos encontrar ese lugar antes de que sea demasiado tarde.

Rachel asintió, sabiendo que no tenían otra opción. Pero justo cuando estaban a punto de salir, la puerta se cerró con fuerza, como si una mano invisible la hubiera empujado.

El zumbido del teléfono se hizo más fuerte, resonando en cada rincón del refugio. Rachel sintió una oleada de terror. No había teléfonos aquí. ¿De dónde venía ese sonido?

—¡No puede ser! —gritó la mujer misteriosa, mirando frenéticamente alrededor.

La anciana, sin embargo, parecía tranquila, como si hubiera esperado este momento durante mucho tiempo.

—Es la última llamada —dijo suavemente—. Y esta vez, no podemos ignorarla.

Rachel sintió que la sangre se le helaba. No había forma de escapar. No esta vez.

El zumbido se volvió más agudo, y de repente, la luz del refugio se apagó. La oscuridad envolvió a todos, y Rachel se sintió atrapada en un vacío sin fin.

Pero en ese momento, recordó las palabras de la anciana y sintió una chispa de determinación.

Si iban a tener una oportunidad, tendría que ser ahora.

—¡Escuchen! —gritó, tratando de hacerse oír por encima del caos—. ¡Debemos encontrar ese lugar oscuro! ¡Es nuestra única oportunidad!

La anciana asintió. —Rachel tiene razón. ¡Todos deben mantenerse juntos!

La mujer misteriosa miró a Rachel con ojos decididos. —Confío en ti. Guíanos.

Rachel tomó aire profundamente. Sentía la presión de todas las miradas en ella, pero sabía que no podían dudar más.

—Vamos —dijo con firmeza—. Vamos a terminar con esto.

Mientras la oscuridad crecía a su alrededor, Rachel lideró el camino hacia lo desconocido, sabiendo que la próxima llamada sería su última oportunidad.

"Ring Ring es tu fin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora