Rachel miró el teléfono, sintiendo el peso del miedo en su estómago, pero antes de que Marilyn pudiera detenerla, contestó la llamada. Inmediatamente, todo a su alrededor se desvaneció en un destello de luz blanca, como si hubiese sido arrancada del mundo real y llevada a otro lugar.
Cuando la luz se disipó, Rachel se encontró de nuevo en el mismo lugar oscuro, envuelta por una niebla espesa y fría que parecía absorber todo el sonido. Un escalofrío recorrió su espalda, y sus ojos tardaron unos segundos en ajustarse a la penumbra.
Frente a ella, vio los cuerpos sin vida de Mike y Scott, sus ojos vacíos mirando al infinito. El corazón de Rachel se detuvo por un instante al ver a sus amigos tirados como muñecos rotos en el suelo. Pero no estaban solos. Alrededor de ellos había más cadáveres: rostros que no reconocía, cuerpos de diferentes edades y vestimentas, todos ellos con expresiones de terror congeladas en sus caras.
Rachel sintió que el aire se volvía más denso, dificultándole respirar. Las sombras parecían acercarse, engullendo poco a poco el espacio a su alrededor.
De repente, entre los cuerpos, vio una figura moverse. Era el hombre que había intentado ayudarlas, el mismo que les había dicho que sabía cómo vencer a la criatura. Pero ahora su rostro estaba pálido, sus ojos hundidos en sombras profundas.
—Escucha, niña... —dijo él con urgencia en la voz—. No hay mucho tiempo. Debes recordar estas palabras... es tu única oportunidad.
Rachel sintió su corazón latir con fuerza en su pecho, mientras se inclinaba para escuchar. El hombre comenzó a recitar un canto, una serie de palabras en un idioma que ella no reconocía, pero que sonaban antiguas y poderosas. Su voz temblaba con cada sílaba, como si cada palabra estuviera cargada de una energía oscura.
—Repítelo... ¡repítelo ahora! —insistió el hombre, su voz alzándose por encima del silencio, mientras las sombras alrededor de ellos comenzaban a moverse de forma más agresiva.
Rachel abrió la boca para empezar a recitar, pero justo cuando las palabras empezaban a formarse en sus labios, todo se desvaneció de nuevo. Un tirón repentino, y su visión se rompió como un espejo al caer.
Rachel parpadeó y se encontró en el interior de un auto en movimiento. El ruido del motor y el asfalto bajo las ruedas la devolvieron a la realidad. Estaba en el asiento del copiloto, con Marilyn a su lado, manejando a toda velocidad por una carretera vacía.
—¿Qué pasó? —murmuró Rachel, aún sintiendo el latido frenético de su corazón.
—Te desmayaste de nuevo... —respondió Marilyn, sin apartar la vista del camino—. No sabía qué hacer. Solo quería salir de allí.
Rachel asintió lentamente, tratando de procesar lo que acababa de ver.
—Marilyn, tenemos que destruir nuestros teléfonos... —dijo con decisión—. Esa cosa nos sigue a través de ellos.
Marilyn miró a Rachel por un segundo y luego, con un gesto rápido, sacó su teléfono del bolsillo y lo lanzó por la ventana. Rachel hizo lo mismo, sintiendo un pequeño alivio al ver cómo el dispositivo se perdía en la distancia.
—Espero que funcione... —susurró Marilyn, acelerando el auto—. Espero que sea suficiente.
De repente, las luces del auto iluminaron una figura de pie en medio del camino. Marilyn frenó de golpe, haciendo chirriar los neumáticos. Una mujer joven, de aspecto cansado pero alerta, se acercó a la ventana del conductor. Tenía el cabello largo y oscuro, y sus ojos mostraban una mezcla de miedo y determinación.
—¿Quién eres? —preguntó Marilyn, todavía recuperándose del susto.
—Soy alguien que ha sobrevivido a la maldición —dijo la mujer, mirando fijamente a ambas chicas—. Sé lo que está pasando, y sé cómo ayudarlas a evitar que contesten el teléfono.
Rachel y Marilyn intercambiaron una mirada rápida. La desconfianza era evidente, pero la desesperación les nublaba el juicio.
—¿Cómo podemos confiar en ti? —preguntó Rachel, tratando de mantener la calma.
La mujer suspiró, mostrando una leve sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.
—No tienen que confiar en mí, pero no tienen muchas opciones, ¿o sí? —respondió con serenidad—. Ustedes ya han escuchado las llamadas, y saben lo que sigue si no hacemos algo.
—¿Qué quieres decir con 'evitar contestar'? —preguntó Marilyn, con su voz aún temblorosa.
—La maldición está atada a ustedes a través de esos teléfonos, pero no es tan simple como deshacerse de ellos —explicó la mujer—. Hay formas de protegerse, formas de evitar que esa cosa las alcance... pero tendrán que escucharme con atención y, sobre todo, seguir mis instrucciones al pie de la letra.
Rachel sintió una mezcla de esperanza y miedo. La mujer parecía sincera, pero ¿realmente sabría cómo detener esto? No tenían muchas opciones, y ya habían perdido a Mike y a Scott.
—De acuerdo —dijo Rachel, mirando a Marilyn, quien asintió—. Te escuchamos... ¿qué tenemos que hacer?
La mujer sonrió levemente, con un destello de algo parecido a alivio en sus ojos.
—Primero, tenemos que alejarnos de aquí, a un lugar seguro. Luego, les explicaré todo... y deben prepararse. Lo que viene no será fácil.
Rachel y Marilyn asintieron, sus corazones llenos de incertidumbre, pero sabiendo que habían tomado la única decisión posible. Se aferraron al volante y al asiento, mientras la mujer se subía al auto, y se adentraron en la noche oscura, con la sensación de que algo más grande que ellas las estaba esperando.
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"Ring Ring es tu fin"
Misterio / SuspensoUn libro de "terror" que lo ise por aburrimiento